Milton Domínguez era uno de los miles y miles de desplazados por el conflicto armado colombiano. Obligado a dejar su tierra, llegó a Chile a buscar refugio, esperando poder especializarse en energías renovables. La falta de atención de salud le llevó a la discapacidad y a depender de los cuidados del Hogar de Cristo.
Cuando suceden crímenes tan deleznables y crueles como el de Milton Domínguez, cometido por un grupo de marinos en Iquique, hace falta un concepto que venga a llenar la falta de explicación a tanto odio. Desde hace algunos años existe la palabra adecuada: aporofobia. La noción y su definición la propuso la filósofa española Adela Cortina y apunta a un vicio social antiguo y atenazante: el odio del odio, repugnancia u hostilidad a los pobres. La etimología deriva de á-poros, pobre, y fobéo, espantarse.
Cortina ha descrito extensamente las causas y efectos de este fenómeno, mostrando la contradicción que atraviesa a las sociedades que acogen a los extranjeros adinerados con las puertas y los brazos abiertos, mientras ataca y discrimina a los extranjeros pobres, que solo portan su existencia y su persona. De esa forma evidencia que no es la xenofobia la raíz de los crímenes de odio, ya que el extraño que porta recursos es reconocido y hasta sobrevalorado. El odio apunta a quien aparentemente no puede ofrecer nada a cambio, lo que puede confundirse con personas, razas y etnias que no tienen recursos financieros, aunque dispongan de su esfuerzo, trabajo, cultura y capacidad.
Los aporofóbicos excluyen, y matan, a quienes creen que no tienen nada que entregar a la sociedad. Pero en realidad lo que sucede es que los inmigrantes, tan discriminados, asumen los trabajos que nadie quiere y traen cultura y energía joven a una sociedad avejentada y ensimismada.
Milton Domínguez era uno de los miles y miles de desplazados por el conflicto armado colombiano. Obligado a dejar su tierra, llegó a Chile a buscar refugio, esperando poder especializarse en energías renovables. La falta de atención de salud le llevó a la discapacidad y a depender de los cuidados del Hogar de Cristo. Efectivos de la Armada han sido sindicados como autores de su homicidio, cometido con las mismas muletas que cargaba.
Lamentablemente, en Chile existen sectores políticos empeñados en extender la aporofobia y, por desgracia, lo van consiguiendo, por la manera en que su mensaje va calando en la sociedad. El daño que están generando no solo afecta a las personas cuya dignidad se ve directamente atacada. Lo que se daña son las bases sobre las que descansa la convivencia cívica y los principios democráticos más elementales.