Se trata de un reconocimiento público y explícito por parte de una autoridad presidencial en democracia en estos 33 años. Por cierto, algunas de estas entidades han sido reconocidas en particular, en algún gobierno anterior, pero nunca en forma tan extendida.
En el acto conmemorativo del 11 de septiembre 2023 en la Plaza de la Constitución, en su discurso con motivo de los 50 años del golpe militar, el presidente Boric hizo un especial reconocimiento a los organismos históricos de Derechos Humanos, que se iniciaron a pocas semanas de la asonada golpista, refiriéndose al Comité Pro Paz (1973), la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC (1974), la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, AFDD y de ejecutados políticos. AFEP, (1974), el Servicio Paz y Justicia de Chile, SERPAJ CHILE (1976), la Comisión chilena de los DDHH y la Comisión Nacional de Derechos Juveniles (1978), la Comisión Nacional contra la tortura y la Comisión nacional de Derechos del Pueblo, CODEPU (1980) y el Movimiento contra la Tortura, Sebastián Acevedo (1983), como las organizaciones de “la primera línea” de resistencia humanitaria ante las violaciones de los DDHH de la dictadura.
Se trata de un reconocimiento público y explícito por parte de una autoridad presidencial en democracia en estos 33 años. Por cierto, algunas de estas entidades han sido reconocidas en particular, en algún gobierno anterior, pero nunca en forma tan extendida. El actual gobierno también reparó un hecho: en abril, en el parque La Castrina, en San Joaquín, el presidente brindó un especial reconocimiento a los organismos de DDHH, pero de inspiración cristiana y laica, excluyendo a otras entidades, siendo que en la historia del movimiento de DDHH los laicos, cristianos, humanistas, agnósticos y de izquierda, todos, trabajamos unidos en la defensa de los DDHH. Esto fue reparado el 11 de septiembre, aunque fuese a través de una breve referencia en un discurso.
El presidente señaló el carácter relevante de estos organismos en la lucha por los DDHH al denominarlos como “la primera línea”. En efecto, las decenas de profesionales que colaboraron en ellos desde las primeras semanas luego de sucedido el golpe militar y los centenares de activistas que se plegaron al movimiento, fueron –sin lugar a dudas- una importante línea de contención de las brutales violaciones producidas, como detenciones arbitrarias, relegaciones, exilio y muerte. No pudimos contener todo, es verdad. No se logró salvar todas las vidas que eran necesarias. No fue posible encontrar de inmediato la verdad sobre las desapariciones forzadas. Pero se logró atenuar un impacto mayor y más trágico, gracias –también- al enorme compromiso y esfuerzo de la conferencia episcopal liderada por el querido Cardenal Silva Henríquez y diversas otras iglesias cristianas. Un apoyo fundamental provino también de la comunidad internacionales, de muchos países que solidarizaron con el pueblo chileno y brindaron toda su cooperación a la lucha del movimiento de DDHH. Cabe destacar el meticuloso trabajo de archivo que estas organizaciones fueron acumulando durante la dictadura, con los testimonios de muchos hechos, los cuales la dictadura pretendió invisibilizar su brutalidad. Esos archivos, posteriormente permitieron juicios y condenas que persisten hasta hoy, revelando las oscuras operaciones de la policía secreta e incluso de ramas de las Fuerzas Armadas y de civiles que se involucraron en hechos de sangre. Esos archivos son la Memoria de Chile y están a buen resguardo en el Museo de la Memoria, en la Fundación Archivos de la Solidaridad y en diversos otros organismos nacionales e internacionales.
Los breves minutos que el presidente destinó a referirse a estos organismos, ovacionados por miles de personas que estaban en la plaza de la Constitución, probablemente fueron insuficientes para rememorar su incansable y agotador trabajo de defensa y promoción de los DDHH. Pero, lo importante es que ellos han sido constructores muy relevantes de la Memoria de Verdad y Justicia respecto de acontecimientos como un golpe militar que Nunca Más podrán volver a ocurrir en Chile. Al menos, al mencionarlos en su discurso, el presidente ha contribuido en parte a un justo reconocimiento de todos quienes formaron parte activa y fueron protagonistas fundamentales del histórico Movimiento de Derechos Humanos en Chile, cuyas raíces desde 1973 a esta fecha siguen vigorosamente vigentes como causa y demanda.