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Tironi, Guzmán y la mentalidad neoliberal Opinión

Tironi, Guzmán y la mentalidad neoliberal

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Renato Cristi
Por : Renato Cristi PhD. Professor Emeritus, Department of Philosophy, Wilfrid Laurier University.
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La derecha en Chile, recomienda Tironi, debería rechazar el neoliberalismo y adoptar al joven Guzmán para moralizar la economía. No me parece que su elaboración juvenil se preste para lo que Tironi tiene en mente. Guzmán afirma en 1965 que es necesario fundar los principios de la propiedad privada y el mercado libre en la “prioridad ontológica y de finalidad [del individuo] sobre la sociedad y el Estado”.


En una entrevista con Mirna Schindler del 13 de septiembre, Eugenio Tironi sostiene que la derecha chilena, afectada por la mentalidad neoliberal, se ha extraviado en un laberinto “lleno de cálculos políticos, lleno de expertos en marketing, lleno de ingenieros electorales”, del que están ausentes las convicciones morales. Piensa que eso no habría ocurrido si estuviese vivo Jaime Guzmán.

No duda Tironi que Guzmán “habría hecho las reformas que había que hacer cuando era evidente que había cuestiones que se habían armado que no estaban funcionando, como el sistema de salud, el sistema de pensiones”. Está también seguro de que “se habría abierto a una reforma de la Constitución”. 

¿En qué se funda Tironi para afirmar esto? Lo hace, en primer lugar, fundado en una interpretación de Guzmán como un político pragmático que “facilitó la transición [a la democracia]… y que mantuvo siempre la amistad cívica con sus adversarios”. Segundo, admite que no quiere “santificarlo,” porque Guzmán se contaminó con “ideas neoliberales” en un momento “en que su pensamiento católico conservador le quedó estrecho”. Habría desechado el ideario neoliberal en sus años de madurez y “vuelto a su viejo tronco conservador”, al conservatismo católico de su juventud.  

Tiene la impresión de que haría bien la derecha actual “en volver [a] las ideas primigenias de Jaime Guzmán, ideas [que tenía] a principios de los 60, antes de que fuera contaminado un poco por las ideas de los Chicago, y ahí podría encontrar inspiración para una conducta más basada en valores, más basadas en consideraciones morales y menos en el cálculo”.

Las ideas primigenias de Guzmán que exalta Tironi, las ideas que tenía a principios de los 60, son las que expone en Fiducia, el órgano de la Sociedad por la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad. Se trata de una institución ultramontana que se ciñe a las directrices de Plinio Correa de Oliveira.

Para Correa de Oliveira el capitalismo es un régimen social y económico compatible con la doctrina social de la Iglesia. Los abusos que pudieran cometerse bajo su amparo, serían desviaciones accidentales que no afectan su conformidad con las enseñanzas pontificias. El socialismo, en cambio, en todas sus modalidades, es esencialmente contrario a la doctrina católica. Un socialismo católico es tan absurdo como la idea de un protestantismo católico. 

Correa de Oliveira rechaza la posibilidad de que Juan XXIII haya hablado de “socialización” en Mater et magistra, a pesar de que ese término aparece en las versiones italianas y españolas de la encíclica. El pontífice no podría haber querido indicar que el mundo avanza hacia el socialismo. Se trataría de un error de traducción porque en la versión oficial en latín no aparece ese término. En 1964, Guzmán lo sigue al pie de la letra. Se refiere a la “inadecuada traducción de la versión latina” y reitera que “la palabra ‘socialización’ no aparece en la versión oficial de Mater et magistra”. Ambos, claro está, se equivocan, porque la versión oficial es la italiana que posteriormente se tradujo al latín.

Guzmán sigue también a Correa de Oliveira cuando, como joven de diecinueve años, escribe: “Los principios capitalistas de propiedad privada… y de libre iniciativa en el campo económico no solo no se oponen con la doctrina social de la Iglesia, sino que son supuestos fundamentales de esta”. Adhiere así a un capitalismo católico, a la vez que rechaza un capitalismo liberal que se emancipa “de toda norma moral rectora” y corrompe los principios capitalistas, a saber, la propiedad privada y el mercado libre. 

Con nostalgia Guzmán observa cómo esos principios, “sólidos ejes sobre los cuales se había estructurado una sociedad orgánica,” perdieron su fuerza intrínseca. El capitalismo liberal florece cuando decae el gremialismo medieval. Para Adam Smith, escribe Guzmán, “la economía [tiene] sus leyes propias, independientes de toda otra moral extrínseca a ella misma”.

La derecha en Chile, recomienda Tironi, debería rechazar el neoliberalismo y adoptar al joven Guzmán para moralizar la economía. No me parece que su elaboración juvenil se preste para lo que Tironi tiene en mente. Guzmán afirma en 1965 que es necesario fundar los principios de la propiedad privada y el mercado libre en la “prioridad ontológica y de finalidad [del individuo] sobre la sociedad y el Estado”. Esto lo demuestra postulando que “el hombre es un ser substancial… mientras que el Estado es un ser relacional… Puede haber hombres sin Estado, pero no puede haber Estados sin hombres”. Reitera este postulado ontológico en la Declaración de Principios de la Junta de Gobierno, y luego en toda su elaboración posterior.

La prioridad ontológica del individuo es clave esencial del neoliberalismo. El individualismo y la reducción de toda relación humana al contrato entre individuos son sus supuestos filosóficos. Tironi piensa que, durante la dictadura, Guzmán se contaminó con “ideas neoliberales” en un momento “en que su pensamiento católico conservador le quedó estrecho”. Pero la verdad es que el neoliberalismo estaba ya profundamente enquistado en sus elaboraciones juveniles.

Por ser un pensador esencialmente pragmático, Guzmán no percibe incongruencias en su defensa de un capitalismo católico. Pero su defensa no se dirime en un plano filosófico, sino en uno político. Su pragmatismo le dificulta una reflexión acerca de sus propios fundamentos filosóficos. Tampoco Tironi percibe incongruencias desde su perspectiva sociológica, y eso le permite decir que Guzmán se habría abierto a reformar la Constitución neoliberal del 80. A mi parecer, solo una reflexión filosófica puede dar cuenta de la permanente y sistemática adhesión de Guzmán al neoliberalismo y de su profundo compromiso con su creación constitucional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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