Estoy convencida de que el capital cultural y las capacidades creativas con que formemos a las nuevas generaciones determinarán el desarrollo de una sociedad más íntegra e inclusiva.
“Las iniciativas culturales pueden hacer una contribución única al desarrollo sostenible al priorizar enfoques centrados en las personas y culturalmente sensibles que resulten en un desarrollo efectivo en campos que van desde la política climática hasta la paz y la seguridad”, escribieron Ian Thomas y Nikki Locke del British Council a comienzos de septiembre.
Coincido plenamente en que la relación entre cultura y desarrollo nunca ha sido más importante que hoy.
“Como una de las principales organizaciones de relaciones culturales del mundo, el British Council comprende muy bien cómo y por qué la cultura moldea la forma en que las personas entienden el mundo que las rodea. Da forma a cómo nos sentimos acerca de dónde hemos estado, lo que a su vez informa cómo nos sentimos acerca de dónde estamos y hacia dónde queremos o esperamos ir”, señalan.
En un Chile que debe recoger los aprendizajes del pasado para proyectar el futuro, la cultura toma especial relevancia en ámbitos como la educación y la primera infancia. Sociedades que han sabido combinar los aprendizajes académicos con experiencias culturales significativas que incorporen la música, las artes escénicas, las humanidades y las prácticas en relación con la naturaleza, forman sin duda ciudadanos más íntegros que desarrollan el pensamiento crítico, la capacidad de reflexión y formas de relacionarse más empáticas para resolver desafíos con nuevos enfoques.
A nivel mundial los temas culturales están pasando a un primer plano, con campañas contra temáticas puntuales a través de teatro, música, muralismo , entre otros y nuevas iniciativas audaces que celebran figuras históricas. “Vivimos en una época en la que existe un apetito vivaz por contar y escuchar historias no contadas del pasado, con tecnologías emergentes como la realidad virtual que nos permiten involucrarnos e interactuar con esas historias de formas nuevas y emocionantes”, destacan los mismos autores
Es el caso de varias instituciones en Chile. Y es que después de la pandemia, países como Francia, Grecia, Italia, India, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, pusieron a los sectores culturales y creativos en el centro de los planes de recuperación, con programas aún vigentes que no solo se enfocan en desarrollar habilidades artísticas, sino que además contribuyen al crecimiento de la economía global, ya que, según la Unesco, la cultura y la creatividad hoy representan el 3,1% del Producto Interno Bruto (PIB) global y el 6,2% del empleo global.
También, un estudio realizado por el Observatorio de Políticas Culturales de Chile, determinó que la cultura genera beneficios económicos relevantes, contribuyendo al aumento de la cantidad de empleos, al fortalecimiento de la industria turística y al desarrollo.
En la práctica, esto significa que las iniciativas culturales pueden hacer una contribución única a la sostenibilidad al priorizar enfoques centrados en el bienestar de las personas, y aportando directamente al crecimiento económico y social.
En este sentido, el uso del patrimonio cultural para apoyar el crecimiento inclusivo ya tiene varios casos de éxito alrededor del mundo y también en Chile. Existen proyectos de restauración y renovación habitacional liderados por la comunidad, cooperación comunitaria en inversiones conjuntas, impulso del turismo local, laboratorios educativos o la generación de ingresos sostenibles para propietarios de viviendas patrimoniales vulnerables. No olvidemos que la participación ciudadana cumple un papel fundamental, partiendo por el impacto positivo en la economía local.
Recordemos que en la India, en la reciente cumbre de ministros de cultura del G20, se destacó el papel y la necesidad de proporcionar un entorno político propicio para ayudar a las comunidades locales a salvaguardar su patrimonio vivo. De hecho, en el reporte Heritage for inclusive growth (Patrimonio para un crecimiento integrador), publicado por el British Council también, se establece que el uso del patrimonio para el crecimiento inclusivo “puede proporcionar un modelo holístico para las áreas locales al responder a los desafíos combinados que enfrentan ahora”.
Estoy convencida de que el capital cultural y las capacidades creativas con que formemos a las nuevas generaciones determinarán el desarrollo de una sociedad más íntegra e inclusiva. Y, lamentablemente, no veo aún hechos que respalden la voluntad anunciada de los últimos gobiernos de fortalecer definitivamente la cultura en nuestro país. Necesitamos urgente una cirugía a la orgánica ministerial, que apalanque una estrategia a mediano y largo plazo y haga visible el impacto del soñado aumento del presupuesto en cultura (y lo justifique)… que sin foco creo que se irá en “pan y circo” en vez de a un desarrollo sostenible.