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Delincuencia: el mal viene de afuera Opinión

Delincuencia: el mal viene de afuera

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Ibán de Rementería
Por : Ibán de Rementería Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y Vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.
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Que el mal es algo que viene de afuera de la comunidad es más antiguo que la memoria de la humanidad y sigue teniendo tal fuerza, pues aunque ahora solo el 24,7% de la población votaría por la aprobación de la nueva Constitución, el 82,3% de ella está de acuerdo con la expulsión de los extranjeros.


Que el mal es algo que viene de afuera de la comunidad es más antiguo que la memoria de la humanidad y sigue teniendo tal fuerza, pues no obstante que ahora solo el 24,7% de la población votaría por la aprobación de la nueva Constitución, el 82,3% de ella está de acuerdo con la expulsión de los extranjeros que ingresen ilegalmente al país (Feedback research y UDP, encuesta VAR).

En nuestra experiencia nacional reciente, el supuesto aumento de la inseguridad ha comenzado a ser atribuida a agentes externos, así tenemos que ya en septiembre del año 2021 la Fiscalía Nacional afirmaba haber identificado en el país seis operaciones de narcotráfico de los carteles mexicanos de Jalisco y Sinaloa, pero hoy ya nada se informa sobre esta presencia.

En el mismo año 2021 se informa que se decomisa más de una tonelada de drogas a carteles bolivianos mediante las operaciones Franke I y Franke II, los cuales, además, son relacionados con numerosos homicidios, luego nada.

También en septiembre del 2021 se informa que ha sido desbaratada la primera “organización criminal china” dedicada al narcotráfico, esto produce una treintena de detenidos, la información no tiene mayores desarrollos posteriores, pero, luego, en julio del 2022, se habla del “Bang de Fujian” como la mafia china descubierta en Chile. Seguramente razones diplomáticas y comerciales –es nuestro primer socio internacional– hacen desaparecer desde esa fecha hasta ahora las informaciones sobre las actuaciones de las mafias chinas en Chile.

En la zona norte del país siempre se ha sentido la presencia de peruanos y bolivianos, sobre todo de estos últimos, en cambio los migrantes haitianos misteriosamente llegaron en vuelos contratados directamente al aeropuerto de Santiago, lo cual no ha sido aclarado hasta ahora. Luego por el norte y todo el país se fueron haciendo presentes los colombianos, considerados peligrosos por su eventual ligazón con el narcotráfico internacional; finalmente la crisis política y económica que afecta a Venezuela, agudizada por el bloqueo comercial, económico y financiero al cual es sometido el Gobierno de Maduro, y su pueblo, generaliza una emigración de varios millones de venezolanos, venezolanas y sus pequeños hijos por toda América. En lo que nos concierne, esos viajes son largos y extenuantes recorridos terrestres por toda América del Sur que culminan en el norte chileno.

No obstante, dado el estancamiento demográfico nacional, ya que no nos reproducimos para reponer nuestra población, estas migraciones son privada y discretamente bien recibidas porque aseguran tanto la oferta de fuerza de trabajo como el control de su precio, de los salarios, lo que beneficia la economía nacional, en lo concreto al empresariado. Además, las venezolanas y los venezolanos son fuerza de trabajo en gran parte calificada, cuyo sostenimiento prelaboral y formación no ha tenido ningún costo para el país.

Ahora, de pronto, el mal viene de Venezuela, se trata del “Tren de Aragua”, organización criminal principalmente conformada por venezolanos que se dedica a la trata de prostitutas, el tráfico de inmigrantes, el narcotráfico, el contrabando, el tráfico de armas, el secuestro extorsivo y asesinatos por encargo, etc., actividades criminales principalmente fronterizas que son un acompañamiento a ese desastre humanitario que es la emigración forzosa de millones de venezolanos. Esta organización se llama así porque su origen y máxima conducción está en el Penal de Tocorón, en el estado de Aragua de Venezuela, donde su jefe reconocido es el “pran” (jefe) Héctor Rusthenford Guerrero, alias “Niño” Guerrero. 

El Tren de Aragua ha adquirido tal espectacularidad criminal no tan solo en Chile, sino en toda la región andina, en particular por Colombia, Brasil, Bolivia y Perú, por lo que el 20 de septiembre las autoridades venezolanas deciden intervenir militarmente la Cárcel de Tocorón, con 11.000 efectivos, pero ya se había fugado el “Niño” Guerrero, aunque otra versión dice que salió por pena cumplida. En todo caso, hasta ahora no ha sido habido.

Tres hechos son esclarecedores de lo oscuro, como son las informaciones vertidas aquí sobre esta organización criminal trasnacional, su repentina y espectacular aparición noticiosa en el país, además, su extraña precariedad defensiva en los tribunales de justicia, así como su peculiaridad organizativa y jerárquica. En abril son formalizados 44 miembros del Clan de los Gallegos –36 venezolanos, 6 chilenos y un dominicano–, se dice que se trata del brazo en Chile del Tren de Aragua, luego de un aparatoso y bien informado allanamiento de las instalaciones de este grupo criminal en el cerro Chuño de Arica, zona de extrema marginalidad y pobreza urbana y social, donde se decomisa droga, armas y municiones, y además son encontrados dos cadáveres de personas torturadas y presumiblemente enterradas vivas, lo cual causa gran conmoción nacional: “Esto no se había visto nunca aquí”.

El segundo hecho significativo es que el juez de Garantía de Arica, Héctor Barraza, a cargo de procesar a los 44 miembros del Clan de los Gallegos, decidió dar a la defensa de estos acceso a la identidad de más de 50 testigos protegidos y agentes encubiertos en la investigación por homicidios, secuestros y tráfico de drogas contra de los miembros de esta organización criminal, para garantizar el debido proceso al cual legal y constitucionalmente tienen derecho, lo que provoca un gran escándalo entre jueces, ministros y periodistas; a su vez la Defensoría Penal Pública, a cargo de la defensa de estos imputados, dice no haber informado de la identidad de tales testigos y agentes a los imputados, por lo tanto, queda claro aquí que este grupo criminal no cuenta con los recursos para contratar una defensa privada de alta calidad y eficiente, lo que es una de las características esenciales del crimen organizado.  

Un tercer hecho destacable es que la investigación reconoce que entre los miembros del Clan de los Gallegos intervenido en el cerro Chuño no habría una jerarquía definida, sino que una conducción más horizontal, que se reporta a un delegado del Tren de Aragua en Lima. Este hecho parece coherente con la pobreza franciscana del Clan de los Gallegos para organizar su defensa penal. Seguramente este grupo delictual usaba esa “franquicia” para mayor terror de sus víctimas, por lo cual de seguro nada pagaba, pues ahora hasta la prensa los llama el Clan de los Gallegos. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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