El área donde la IA Generativa ha tenido más problemas es la del uso de los contenidos sin la debida cautela de sus derechos de autor.
El chileno Maury Senpai creó la viralizada canción “Demo5: nostalgIA”, la que, sin saberlo, abrió un debate en la industria musical sobre el uso de la Inteligencia Artificial Generativa. Esto, al emular la voz de los reconocidos cantantes Bad Bunny, Justin Bieber y Daddy Yankee, con la ayuda de esta tecnología, en un tema que en poco tiempo se convirtió en tendencia en TikTok y que, a su vez, desató el enojo del Conejo Malo.
Y es que desde hace meses la Inteligencia Artificial Generativa se está tomando todos los espacios posibles: titulares de prensa, discusiones académicas y públicas, y ahora fue el turno del reguetón. Este, de alguna u otra manera, ha generado que las personas se acerquen a esta temática y se cuestionen distintos aspectos sobre la creación del robot musical FlowGPT, el cual es autor de esta y otras canciones más.
Los temas principales del que tanto fans como productores hablan y debaten ahora son los asociados a la propiedad intelectual y derechos de autor, y cómo estas tecnologías están afectando esos derechos, ya que, como según el mismo Bad Bunny explicó, “no existen abogados de robots… espera… tampoco existen leyes contra los robots”.
Hoy vemos varios casos que han llegado a las cortes, sobre todo en Estados Unidos, respecto del uso de material con propiedad intelectual que se utiliza sin autorización. ¿Qué se puede hacer al respecto? La OMPI – WIPO (Organización Mundial de Propiedad Intelectual) plantea dos alternativas: 1) denegar la protección de los derechos de autor a las obras generadas por ordenador o 2) atribuir la autoría de dichas obras al creador del programa; dos formas en que la legislación sobre derechos de autor puede tratar las obras en las que la interacción humana es mínima o inexistente.
Incluso un medio de comunicación como The New York Times modificó la sección del uso prohibido de los servicios de su sitio web, en el cual hoy se lee: “Utilizar el contenido para el desarrollo de cualquier programa de software, incluido, entre otros, el entrenamiento de un sistema de aprendizaje automático o inteligencia artificial (IA)”.
El gobierno japonés, por su parte, va más lejos, argumentando que los derechos de autor no aplican a la IA.
En algunos ámbitos, en tanto, se preguntan si utilizar el contenido de la web para entrenamiento por parte de algoritmos de IA sería un “uso justo”, discusión en la que ha entrado la Copyright Alliance o el análisis que la Universidad de Stanford hace al respecto.
Si bien es cierto la canción fue creada por Maury Senpai, sin duda se hizo famosa porque la mayoría pensó que era de Bad Bunny. En este contexto, ¿hasta dónde llegan los derechos de autor? ¿Nos podemos apropiar de la voz y el estilo de los artistas?
La IA generativa, como se desarrolla actualmente, es más “un toma todo, con poco o nada a cambio”. Las empresas de IA utilizan el contenido en forma gratuita para entrenar sus modelos y, en consecuencia, potenciar su negocio, a cambio de nada; ni siquiera tráfico.