
COP28: responsabilidad colectiva para un futuro sostenible
El sector empresarial, qué duda cabe, tiene una enorme capacidad para transformar la realidad, para bien o para mal. Y es un imperativo ético que pongamos esa capacidad al servicio de un mejor futuro para nuestro planeta.
Que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se desarrolle este año en Dubái, en un país eminentemente petrolero, ha sido objeto de amplia discusión. Algunos critican que es una decisión hipócrita, que deja al descubierto los intereses creados y la tensión geopolítica en torno al cambio climático. Otros sostienen que es una oportunidad inmejorable para sacar al pizarrón a los grandes emisores y así acelerar la transición hacia una economía descarbonizada.
Como sea, está claro que en esta COP debiéramos tener un balance de los avances que se han alcanzado a la fecha en el cumplimiento de las metas establecidas en el Acuerdo de París. Y si hay algo de lo que estoy seguro, es que vamos por mal camino. Escaso avance, muchas palabras vacías y demasiadas promesas incumplidas a nivel global. En el caso de Chile, el avance también es casi nulo cuando se revisan las metas en materia de bosques y reforestación.
Así las cosas, alcanzar los objetivos propuestos no es una tarea que podamos dejar exclusivamente en manos del mundo político. Todos tenemos una responsabilidad: sí, por supuesto que los gobiernos tienen un rol crucial, pero también las empresas, la sociedad civil, el mundo académico y, finalmente, a cada uno de nosotros como ciudadanos nos cabe también un deber de aportar, aunque sea poco, a encaminar transformaciones con impacto positivo.
Y es que enfrentamos una triple crisis: además del cambio climático, debemos hacer frente a la pérdida de la biodiversidad y a la contaminación. En Arauco hacemos propio ese triple desafío. Cada año removemos millones de toneladas de CO2 de la atmósfera –equivalentes a quitar de circulación 5 mil autos al día–; conservamos 500 mil hectáreas de bosque y vegetación nativa en Latinoamérica, equivalentes a más de la mitad de Puerto Rico; a partir de fibras naturales desarrollamos productos que ayudan a descontaminar la industria de la moda y a reemplazar materiales contaminantes como el plástico; y producimos madera, vigas laminadas y contralaminadas, insumos clave para la construcción sustentable del futuro.
El sector empresarial, qué duda cabe, tiene una enorme capacidad para transformar la realidad, para bien o para mal. Y es un imperativo ético que pongamos esa capacidad al servicio de un mejor futuro para nuestro planeta. Quienes trabajamos desde la naturaleza y lo renovable podemos hacer realidad, con nuestro trabajo, el mantra de que sí es posible satisfacer las crecientes necesidades de la humanidad y al mismo tiempo cuidar el planeta. Producción y protección en armonía. Más y mejor naturaleza es lo que necesitamos.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.