En la búsqueda de cumplir con el compromiso de cero emisiones netas al 2050, los mercados de carbono son protagonistas que pueden desempeñar un papel fundamental tanto para gobiernos como para el sector privado, brindando la posibilidad de reducir emisiones y alcanzar objetivos climáticos.
¿Se pueden lograr acuerdos climáticos en la tierra del petróleo? Desde el pasado jueves, se está llevando a cabo, no sin controversia, la Conferencia de las Partes (COP) 28 en Dubái. Esta es la reunión anual de representantes de los gobiernos y Estados para abordar el cambio climático y desarrollar acuerdos internacionales para la acción. Esta COP se considera un hito en el seguimiento del progreso del Acuerdo de París firmado en 2015 en la COP21, mediante el cierre del primer Balance Global (GST, por sus siglas en inglés).
Los resultados de este primer balance, publicado en septiembre de este año, son claros. Aunque el Acuerdo de París ha impulsado la acción climática global y los resultados son medibles, las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial no se ajustan a las trayectorias de mitigación que permitirían limitar el aumento de temperatura a 2 °C, con respecto a niveles preindustriales. Más aún, la ventana de oportunidad para aumentar la ambición y lograr limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C se está cerrando.
El pasado viernes, el secretario general de la ONU, António Guterres, fue enfático al hablar sobre uno de los temas más críticos y controvertidos de esta COP: el futuro del uso de combustibles fósiles. “No reducir. No disminuir. Eliminación progresiva, con un calendario claro alineado con 1,5 grados”, dijo.
Considerando esto, es necesario que las decisiones tomadas por los líderes mundiales sean lo suficientemente desafiantes y ambiciosas para afrontar los desafíos que nos depara el cambio climático.
Sobre mitigación, el informe de GST concluye que, para lograr el cero neto al 2050, se requiere aumentar en escala las energías renovables y eliminar progresivamente todos los combustibles fósiles utilizados sin medidas de abatimiento, en conjunto con la electrificación, eficiencia energética, almacenamiento de energía y gestión de la demanda. Adicionalmente es clave poner fin a la deforestación e introducir mejoras en prácticas agrícolas, lo que es fundamental tanto para la reducción de emisiones como para reforzar los sumideros de carbono.
En la búsqueda de cumplir con el compromiso de cero emisiones netas al 2050, los mercados de carbono son protagonistas que pueden desempeñar un papel fundamental tanto para gobiernos como para el sector privado, brindando la posibilidad de reducir emisiones y alcanzar objetivos climáticos ambiciosos, de manera costo efectiva. En este contexto, es esencial destacar los avances prometedores en la propuesta del SB (Subsidiary Body) para operativizar el artículo 6 del Acuerdo de París y, por otro lado, los avances en el mercado voluntario de carbono, donde una serie de agrupaciones de ONG y empresas se han unido con el propósito de impulsar una participación alineada y creíble para la integridad en los mercados de carbono voluntarios.
Un ejemplo es el fondo de carbono del “Forest Carbon Partnership Facility” del Banco Mundial, para obtener ingresos de la venta de créditos de carbono generados por la preservación de bosques. Se estima que, para el próximo año, los países participantes producirán más de 24 millones de créditos, alcanzando hasta 126 millones para 2028. De acuerdo al Banco Mundial, estos créditos representan una oportunidad financiera significativa, de hasta 2.500 millones de dólares con un potencial impacto en comunidades y países afectados por el cambio climático.
El informe del GST también resalta los desafíos que enfrentan los países en desarrollo para acceder a financiamiento para la adaptación y propone aumentar los esfuerzos para simplificar el acceso a dicho financiamiento. Actualmente, los fondos públicos por sí solos no son suficientes para cubrir la brecha existente entre las necesidades de financiamiento y los flujos financieros actuales. El sector privado puede liderar esta transformación, aprovechando nuevas oportunidades de crecimiento e inversión para maximizar los beneficios adicionales de la mitigación, adaptación y desarrollo sostenible. Un ejemplo de esto es el GFANZ, la alianza de Glasgow para cero neto, que reúne a más de 650 empresas del sector financiero comprometidas en movilizar recursos para la transición a una economía global neta cero.
El informe del GST no se limita solo a emisiones de GEI, en cuanto a adaptación, el informe concluye que existe una necesidad apremiante de incrementar las labores y recursos de financiamiento para la adaptación, así como aumentar los esfuerzos dirigidos a evitar, reducir y afrontar las Pérdidas y Daños.
El mecanismo de Pérdidas y Daños nace de un llamado a la urgencia de los territorios de contar ya con fondos para enfrentar las pérdidas y daños como resultado de eventos climáticos extremos que van más allá de aquello a lo que las comunidades y ecosistemas se pueden adaptar. Ya en la COP27 fue aprobada la puesta en marcha del Fondo para Pérdidas y Daños, sobre el cual en estas negociaciones los países declararán sus contribuciones, que ya vislumbran controversias en torno a las responsabilidades y contribuciones de cada país, y la estabilidad del fondo en el largo plazo.
El próximo martes 12 diciembre, las Partes tendrán que converger en un conjunto de decisiones, reconociendo lo que se viene diciendo en los informes del IPCC y ahora los resultados del GST para la actualización de sus NDC de manera ambiciosa y en línea con lo que dice la ciencia y la meta de los 2 °C. En paralelo, se deben tomar las acciones necesarias para incrementar la resiliencia ante los efectos de la crisis climática. ¿Serán capaces los líderes globales de ponerse de acuerdo en la tierra del petróleo?