Nuestro país tiene la fortaleza de poder proveer la materia prima que la humanidad necesita para descarbonizar la economía y el transporte con menos emisiones.
Hace 250 años la humanidad tuvo el cambio más significativo con la Revolución Industrial. Hoy, después de avances rotundos en la vida de las personas, nos abocamos a descarbonizar la economía para detener el calentamiento global. El ingenio del ser humano ha encontrado siempre soluciones, algunas tecnológicas y otras en la naturaleza. Pero ahora se necesita mucho más que ingenio, porque es urgente solucionar el problema. Se debe respetar la vida en la Tierra y conservar la naturaleza para que siga siendo sustento. Se requiere también compromiso, agilidad para los cambios y, por supuesto, importantes inversiones.
Durante la reciente COP28 realizada en Dubái se llevaron a cabo varios paneles donde se discutió la criticidad de los minerales y metales, así como las inversiones necesarias para la transición hacia energías renovables. La demanda de cobre crece muy rápido para estos proyectos, y parece que no se le asigna todavía la debida importancia. Hay consenso, sin embargo, en que no se puede alcanzar la meta del Acuerdo de París de proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, sin más y mejor minería.
La urgencia de descarbonización está ejerciendo una presión creciente y sostenida para que la minería mundial desarrolle nuevos proyectos. Esto aumentará aún más en los próximos 10 a 20 años, a medida que se redoblen los esfuerzos para desarrollar tecnologías capaces de cumplir con los objetivos globales de emisiones. Al parecer, no se está invirtiendo lo suficiente en iniciativas alternativas.
Se estima que el mundo demandará aproximadamente 17 millones de toneladas de cobre adicionales para 2040. Esto significa una gran prueba, no solo para la industria, sino para toda la cadena de valor. En el caso del cobre, hoy es difícil identificar de dónde vendrá todo lo necesario para este cambio. La exploración sigue siendo un desafío, ya que el número de nuevos descubrimientos continúa disminuyendo. Se espera que la adopción de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y la geoquímica de precisión, contribuya a una mayor eficiencia y éxito para el hallazgo de nuevos yacimientos. Para pasar de una etapa prospectiva a una mina en producción se necesitan de 10 a 15 años. Por tanto, resulta primordial comenzar estas actividades en zonas potenciales lo antes posible
La producción tiene otros retos. La respuesta no se trata solo de lo que se extrae, sino de cómo se hace. La innovación está en el corazón del desafío, con tecnología, digitalización y sostenibilidad. Las empresas mineras no solo deben comunicar de una manera clara cómo sus productos llegan a beneficiar la electrificación y la electromovilidad, sino que, al mismo tiempo, demostrar que las cosas se pueden hacer de una manera responsable, con mejores estándares y prácticas tanto a nivel social, ambiental y de gobernanza. Avanzar en este camino, pasa necesariamente por una relación constructiva entre el sector privado y el gobierno. Para lograrlo, es fundamental consultar tanto a las empresas como a las comunidades desde el principio de todo proyecto o estrategia sectorial.
Sin embargo, surge la pregunta sobre si la sociedad chilena y sus autoridades quieren más minería. ¿Tienen la convicción de querer hacerlo? ¿Entienden la oportunidad que tiene Chile?
Nuestro país tiene la fortaleza de poder proveer la materia prima que la humanidad necesita para descarbonizar la economía y el transporte con menos emisiones. Es cuestión de reimaginar la minería. Contamos con talentosos científicos y técnicos que cada día ingenian proyectos, así como universidades que se han posicionado internacionalmente por la formación que entregan y por sus investigaciones desarrollando tecnologías de exportación a otros distritos mineros.
Chile cuenta con condiciones y recursos para servir a la humanidad, proveyendo de la materia prima que se requiere con urgencia para emprender la revolución energética. Hablemos de otro motivo de orgullo nacional, tanto como lo es una geografía con paisajes extremos admirables o cielos privilegiados para la astronomía.