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Navidad Opinión

Navidad

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Juan Ochagavía Larraín
Por : Juan Ochagavía Larraín sacerdote jesuita, teólogo, filósofo, escritor
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¿Qué es lo que celebramos?


Celebramos una locura de Dios.

La locura de hacerse hombre para siempre.

Sí, el Creador hacerse creatura. El Eterno hacerse temporal. El que lo puede todo hacerse debilidad. El Grande achicarse en un niño pequeño. El Todo Luz encerrarse en un rincón desconocido de la tierra.

¿Por qué?

Porque le gustó a Dios hacerse hombre, hacerse creatura, debilidad. Por dar a otros lo que Él tiene. Por amor.

¿Para qué?

Para repartir a muchos otros la alegría de existir, su gozo de ser comunidad. Ser no una isla sino vivir conociendo y amando a otros. Asemejarnos en esto a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Para llevarnos a vivir con Él en su familia de tres. En una palabra, para divinizarnos: “Dios se hace hombre para que nosotros seamos divinos” (San Atanasio). Para que lleguemos a Él y así entremos en su gozo.

¿Cómo lo hace?

Pasando por todos los pasos del hacerse humano: Buscando una mujer que sea su madre. Encarnándose en ella. Atravesando los nueve meses del desarrollo fetal. Lanzando el primer lloro al momento de nacer. Mamando al pecho de su madre. Creciendo. Aprendiendo a hablar. Jugando con juguetes. Divirtiéndose con amiguitos.

Ya mayor trabaja en el taller de José la madera, la piedra, el fierro. Recibe clientes y cumple sus pedidos. Conoce gente y socializa con ellos.

Alrededor de los treinta años deja Nazaret y a su madre, va al Jordán y se hace bautizar. Recibe un llamado del Cielo que lo confirma como Hijo muy amado y lo envía como anunciador del reino de Dios. Enseña a todos, sana dolientes y choca con las autoridades de su pueblo. Es perseguido, condenado por el supremo tribunal y muere crucificado. Desciende al lugar de los muertos que esperan. Es resucitado por su Padre al tercer día y junto con Él resucitan todos desde Adán hasta el Buen Ladrón y son recibidos por Dios Padre en un abrazo de triunfo.

¿Qué hace ahora?

Por la acción de su Espíritu prolonga su Navidad, Muerte y Resurrección naciendo, muriendo y resucitando en nosotros, que somos su Cuerpo. Así sigue y seguirá formándose el Cristo completo, Cabeza y miembros. Hasta que lleguemos al cierre de nuestra historia, cuando habiendo reunido en Sí la realidad completa, la entregue al Padre, comenzando así la Vida eterna y plena, alegría creciente y duradera, siempre mayor, siempre más nueva y regocijante. Navidad en plenitud a la que aspiran todas las que cada año celebramos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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