La Escuela Normal Camilo Henríquez de Valdivia cerró sus puertas posgolpe de Estado. El mismo destino tuvo la radio que llevaba su nombre.
Pocas ciudades en Chile pueden presumir que vieron nacer a héroes patrios que sin empuñar un arma incidieron de manera relevante en la independencia de nuestro país. Y Valdivia es una de ellas, pues el 20 de julio de 1769 nació en la sureña ciudad Fray Camilo Henríquez.
Fue el fraile el que dotó de contenido a la independencia de Chile. Mientras Bernardo O’Higgins, Manuel Rodríguez y José Miguel Carrera y hermanos, entre otros, dirigían la sublevación contra España en el ámbito militar, él jugaba un importante rol desde las ideas.
Henríquez, inspirado en El contrato social de Rousseau, difundió a través del diario Aurora de Chile los argumentos para desprenderse de la Corona española. Por ser el director y redactor del primer diario, Aurora de Chile, es calificado como el padre del periodismo. Pero también organizó la malla curricular del Instituto Nacional, fue guionista de obras de teatro, político, médico y masón. Esto solo a modo de resumen. Si bien simpatizó con el ala carrerista (muy amigo de Javiera), O’Higgins lo llamó para que volviera de su destierro en Buenos Aires, con el fin de liderar la Biblioteca Nacional. Más allá de las diferencias, O’Higgins reconoció en él un aporte a la patria. El fraile además participó en la Logia Lautarina, selecto grupo de personas que tenía como propósito la liberación de América. En rigor, Camilo Henríquez fue parte de los libertadores de América, no obstante, su titubeante carácter lo hizo situarse siempre en segunda línea, por eso se le llama también el patriota olvidado.
La Escuela Normal Camilo Henríquez de Valdivia cerró sus puertas posgolpe de Estado. El mismo destino tuvo la radio que llevaba su nombre.
Hoy, una de las cuatro calles que rodean la plaza de Valdivia se llama Camilo Henríquez, junto a un paseo comercial que se desprende de la misma vía. Y precisamente en la plaza había un busto que lo homenajea y que fue destruido en el contexto de las movilizaciones derivadas del 18-O. La Biblioteca Municipal de Valdivia, llamada Camilo Henríquez en su honor, hasta hace dos años no tenía ningún libro que aborde su vida. El Colegio de Periodistas de la ciudad le donó tres títulos ligados al patriota. La casa donde nació pasa inadvertida, si no fuera por un letrero antiguo que fue instalado en la década de los 80 para recordar el lugar donde Henríquez llegó al mundo y creció.
En la ciudad del río Calle Calle, en lugar de incrementar el interés por él y de generar instancias para mantener en vigencia el legado del valdiviano más influyente en la historia de Chile, lo hemos ido relegando al olvido. Pero esta indiferencia desnuda una preocupante realidad: el desconocimiento y desinterés por nuestra historia local y nacional. Sería justo que su imagen y aporte a Chile estén más presentes en las calles, en las salas de reuniones y, sobre todo, en los establecimientos educacionales de la ciudad. Y hasta justo sería que se le conceda el título de hijo ilustre de Valdivia de manera póstuma. En algunos casos nunca es tarde.