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Johannes Kaiser y el afán presidencialista que divide a la derecha en cuatro Opinión

Johannes Kaiser y el afán presidencialista que divide a la derecha en cuatro

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Es tanto el entusiasmo de la derecha que ya tiene cuatro precandidatos –Matthei (UDI), Oyarzo (PDG), Castro (PSC) y Johannes Kaiser–. La derecha piensa que tiene ganada la carrera. Lo mismo pensaron Jadue y Lavín en 2021. En un país amnésico, nadie puede sentirse en una carrera ganada. Nadie. 


Como para rematar uno de los veranos más intensos de la política chilena –incluyendo la inesperada muerte de Sebastián Piñera y el retiro público de Ricardo Lagos–, la semana pasada tuvimos los primeros lanzamientos para la carrera por La Moneda 2025. Todos ellos, pertenecientes a la derecha chilena. Claro, sin contar que ya tenemos a varios de ese mismo sector en competencia hace rato, como Evelyn Matthei, Rodolfo Carter y José Antonio Kast, sin descartar a Parisi. El dato no es menor. Pareciera ser tal la convicción de la derecha de que esta vez les toca sí o sí, que la tentación por alcanzar el poder se ha apoderado de ellos. O, tal vez, creen en ese viejo dicho de “al que madruga, Dios le ayuda”.

Aunque antes de analizar estas prematuras candidaturas –faltan poco menos de dos años para los comicios presidenciales–, hay que darle una mención honrosa a Marco Enríquez-Ominami, quien ya se convirtió en un candidato presidencial profesional. Hace unos días reconoció que estaba analizando ir por quinta vez a la elección, aunque ahora por el desconocido partido Patria Progresista. Lo cierto es que ser candidato con esta Ley Electoral significa recibir un jugoso cheque por cada voto cobrado. Por lo tanto, no es un mal negocio. 

Vamos a los candidatos surgidos en la temporada estival. Lo primero que llama la atención es que todos pertenecen a partidos pequeños y desconocidos. Tampoco contamos con ningún independiente que pueda mostrar una alternativa distinta a los chilenos. Lo segundo ya lo consignamos. Son de derecha, pero disidentes, actúan con mucha libertad y tienen muy poca lealtad y disciplina partidaria. Pertenecieron o eran cercanos a Chile Vamos o a Republicanos. Sí es novedoso que sea el partido de José Antonio Kast el que sufra ahora un desangramiento por su derecha, al igual que el que ellos le provocaron a la UDI en su momento. Las vueltas de la vida. 

Los primeros en lanzarse a la piscina –de seguro influido esto por las vacaciones, que le da a la gente tiempo de renovar sueños y pensar en nuevos planes– fueron los hermanos Kaiser Barents-von Hohenhagen. Alex, el enfant terrible de la elite más conservadora, creó el Partido Libertario de Chile, una réplica poco original de uno de sus ídolos políticos, Javier Milei. Alcanzó a estar por menos de una semana como precandidato. Sin embargo, de manera repentina, se bajó, para apoyar a su hermano, que en los mismos días lanzó su propia candidatura. Es decir, terminó con una aventura que nunca empezó. Aunque, por supuesto, con esa simple movida en el tablero dejó en claro que espera tener un espacio como candidato a cualquier cosa en estos dos años electorales. Así funciona la pobre política chilena. 

Johannes Kaiser es, por sobre todo, un hombre polémico. Amigo de las frases ofensivas contra las minorías, contrario a la diversidad en el más amplio sentido de la palabra y misógino. Admirador de la dictadura y conservador en materia valórica. Es, por tanto, un político que se sitúa a la derecha de la derecha extrema. Fue expulsado de la bancada republicana y alejado de ese partido, aunque se mantuvo sentado junto a los otros integrantes de la colectividad de Kast e, incluso, permaneció como vocero de la bancada. Algo al menos curioso. El segundo proceso constitucional marcó su distanciamiento definitivo de los republicanos, arrastrando también a otros aliados de Kast en su campaña de 2021, como Tere Marinovic, Rojo Edwards y Gonzalo de la Carrera. Es decir, además del importante revés en el plebiscito –y farrearse el resultado electoral obtenido el 7 de mayo de 2023–, los republicanos terminaron por desfondarse por el lado derecho.  

Creo que la derecha más tradicional –Chile Vamos o el propio piñerismo– pueden pisar la trampa y cometer el error de moverse más al extremo, arrastrados por candidatos como Kaiser y sus seguidores, todos de mucho despliegue mediático, iniciando una competencia de quién se parece más a Milei o a Bukele, los que sí están en el imaginario de estos candidatos más extremos y outsiders. ¿La razón?, apostar a que el voto de los chilenos se reduce a dos variables: seguridad y migración. Por supuesto, la copia libertaria chilena dependerá mucho de lo que pase en Argentina en los próximos meses, algo que, por lo visto, está muy cerca de transformarse en un estallido social. 

Aunque Johannes dijo que se arrepentía de las barbaridades que ha dicho de las mujeres –como cuando confesó que creía que no deberían tener derecho a voto– y señaló que estaba dispuesto a competir en las primarias de Chile Vamos –algo impensado–, es probable que continúe en solitario la aventura. En cualquier escenario, habrá logrado el objetivo: visibilizar a la derecha más extrema y ponerles presión a Kast y a la alianza de la derecha tradicional. 

Y para confirmar la confusión en que quedó la derecha después de la derrota del plebiscito de diciembre –aunque la muerte de Piñera le dio una esperanza a Chile Vamos– y de la competencia muy prematura que se ha desatado en el sector, Rubén Oyarzo (PDG) quiso adelantarse a Franco Parisi y se autoproclamó como precandidato a La Moneda. En paralelo, también se designó candidato el senador Juan Castro (ganó como independiente en lista RN), aunque ahora está ligado al Partido Social Cristiano. Tanto el PDG como el PSC se ubican en la derecha más cercana al centro. 

De esta forma, la derecha ya tiene sus primeras cartas presidenciales para 2025, dejando claramente establecidos cuatro bloques: Chile Vamos, con Evelyn y Carter –aunque parece que su jugada es el Senado–; el PDG con Oyarzo y Castro por el PSC; José Antonio Kast por Republicanos; y Kaiser representando a la derecha más extrema. También es un hecho que no habrá primarias de todo el sector y que Evelyn Matthei terminará compitiendo en primera vuelta con dos o incluso tres candidatos más del sector. Y aunque la derecha piense hoy que tiene la carrera ganada en la presidencial, la fragmentación podría terminar por favorecer a un oficialismo que busca armar un pacto electoral desde el PC a la DC, al menos en las elecciones municipales y de gobernadores regionales de este año. 

Pese al entusiasmo de la derecha y la confianza en que ya tienen ganada la carrera, solo recodemos que, a esta misma altura, todas las encuestas mostraban una disputada competencia entre Daniel Jadue y Joaquín Lavín, los que se mantuvieron en esa posición hasta el verano de 2021. Sin embargo, y de manera sorpresiva, en las primarias de ese año se impusieron Boric y Sichel, mandando al tacho de la basura las encuestas. En este país amnésico, nadie puede sentirse en una carrera ganada. Nadie. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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