Es fundamental que aprendamos de nuestro pasado. La sostenibilidad no es opcional, es una necesidad urgente de generación de valor compartido.
En una reciente resolución de la Tercera Sala de la Corte Suprema, se ha dado un paso crucial en la evolución del sistema financiero en Chile. Este fallo resolvió la disputa legal que estaba afectando el uso de las tarjetas de prepago (las que funcionan para las personas de la misma forma que una tarjeta de débito), beneficiando directamente a las personas y la inclusión financiera.
Sin embargo, este fallo también nos recuerda una lección que, como empresarios y ejecutivos, aún no hemos aprendido plenamente: la necesidad de poner la sostenibilidad en el centro de nuestra dirección y mandato.
La sigla ESG (Medioambiental, Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) no es solo una frase de marketing o un eslogan atractivo, es una responsabilidad. ¿Y por qué digo que no hemos aprendido? Porque la historia se repite. Hace más de 40 años, cuando llegaron las tarjetas de crédito a Chile con marcas como Diners, Visa y Mastercard, hubo una férrea oposición por parte del comercio. Supermercados y grandes tiendas se resistieron a aceptar estas nuevas formas de pago, insistiendo en que los clientes solo podían pagar con efectivo, cheque o con las tarjetas exclusivas de la tienda. Se vivió una gran batalla para lograr que las tarjetas interoperables de marcas como Mastercard, Visa, AMEX y Diners fueran aceptadas ampliamente.
Hoy, 50 años después, vivimos una situación casi idéntica. Dos grandes cadenas, Walmart y Falabella.com, se opusieron durante siete años a aceptar las tarjetas de prepago, a pesar de la promulgación de la ley que las legitimaba. Sus argumentos eran claramente insostenibles y posiblemente hasta similares a los de cinco décadas atrás, y reflejaban evidentemente una discriminación arbitraria. ¿Por qué en un mercado de tarjetas estrictamente regulado, con costos máximos permitidos para los comercios (tasas de intercambio: Débito: 0,5%, Prepago: 0,94% y Crédito: 1,14%), si ya aceptan tarjetas de crédito, no aceptan prepago, y más aún cuando son emisores de tarjetas de crédito como Lider Bci y CMR Falabella? Es simplemente inexplicable e inaceptable.
La única manera de destrabar esta situación fue recurrir al máximo tribunal de justicia, nuestra Corte Suprema.
Este episodio debe servir como una gran lección para todos los que somos emprendedores y/o tenemos roles directivos. Debemos entender que nuestra responsabilidad es construir empresas sostenibles, promoviendo la libre competencia y poniendo siempre en el centro lo que es bueno para el cliente. No podemos seguir levantando barreras ficticias y arbitrarias para proteger intereses económicos miopes.
Es fundamental que aprendamos de nuestro pasado. La sostenibilidad no es opcional, es una necesidad urgente de generación de valor compartido. Necesitamos un cambio de mentalidad, adoptando plenamente los principios ESG y reconociendo que nuestra misión va más allá de las ganancias a corto plazo. La reciente resolución de la Corte Suprema nos da una nueva oportunidad para reflexionar. Aprovechemos esta ocasión para asegurarnos de que, en el futuro, no repitamos los mismos errores del pasado.