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La señora Jeannette Opinión

La señora Jeannette

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Álvaro Ramis Olivos
Por : Álvaro Ramis Olivos Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC).
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La señora Jeannette es hoy una de las ministras más valorades del gabinete según todas las encuestas.


En esta familia disfuncional que es Chile se valoran las figuras protectoras en política. La presidenta Michelle Bachelet encarnó durante casi dos décadas el anhelo de una presidenta maternal, amable, que entre sonrisas y palabras sencillas hacía todo lo que podía para cuidar de este país tan maltratado. A veces le resultaba, a veces no, pero en el fondo, la mamá presidenta siempre estaba lista para reaccionar a lo que pasaba. Su mayor cualidad no era el conocimiento específico de todos los problemas que administraba, sino en dar el sello de los cuidados a todo lo que proponía. De esa forma su figura se colocó por encima de las contingencias y las confrontaciones mezquinas.

La señora Bachelet estaba por sobre de las pequeñeces partidistas y las disquisiciones tecnocráticas, porque comprendió que su rol estaba en la humanización de esa máquina infernal que es el Estado. Tan fuerte fue esta experiencia que después de dos presidencias todavía es una figura añorada. La persistencia de su nombre en las encuestas demuestra que es la figura más convocante del campo oficialista, y es una de las pocas figuras políticas que puede visitar los lugares más complejos sin temor a lo que pase. Se la ve en las poblaciones, en las universidades, en el centro de Santiago, en los barrios de las regiones postergadas. Y siempre alguien le dice que haga algo. Se siguen reclamando sus cuidados a esta sociedad casi huérfana, o huacha de padre maltratador.  

Pero no es la única figura que en la actualidad cumple con este perfil. A su manera, con su sello personal, la ministra del trabajo Jeannette Jara, parece responder a ese mismo anhelo protector. La señora Jeannette tiene un aire que la asemeja a la ex presidenta y le confiere un aura bacheletiana muy clara. Es otro tipo de protección, pero innegablemente es un liderazgo maternal, que apela a la urgencia de responder a lo apremiante. Es la voz de quienes viven de una pensión que no alcanza. Es la conciencia de los que reciben salarios indignos. Es el rostro de las mujeres que saben lo mucho que vale su trabajo y lo poco que se reconoce y remunera. Es otro tipo de maternidad política, que se apersona para confrontar a las AFP, a los empresarios, a los poderes económicos, sin altanería, pero también con clara firmeza. 

La señora Jeannette es parte de una generación intermedia, que ya comienza a caminar por la cincuentena, y que no logró constituirse como un colectivo político reconocible. Pero eso no quiere decir que entre esos coetáneos no existan historias de vida extraordinarias. Jeannette es una de ellas. Desde su origen en la población El Cortijo hasta su rol actual en el ministerio del trabajo su biografía es reflejo de un compromiso militante, persistente, paciente, constante.  

Desde su paso por el Liceo Isaura Dinator De Guzmán, de Santiago, a su primera carrera de administración pública en la USACH, para luego proseguir estudiando derecho en la Universidad Central fue construyendo un itinerario de progreso meritocrático que no le hizo olvidar sus orígenes. Conchalí sigue siendo para la señora Jeannette su territorio fundamental, donde se mueve a sus anchas y donde es más radicalmente ella misma. 

Otro espacio clave en su vida ha sido la Universidad de Santiago. En medio del desierto político de los años 90, la FEUSACH del 97 le ayudó a forjar esa voz suave pero firme que le conocemos, y que le permite construir paso a paso un discurso que no mira a lo inmediato, sino a un horizonte que se anticipa varios años hacia adelante. 

Con su partido ha construido una relación madura, lo que es una forma de decir que ha pasado por las etapas más duras y las más felices, según sean las temporadas. La señora Jeannette es una militante disciplinada. Pero no es una militante ciega y sorda a las debilidades y virtudes de su propia casa política. Es una militante con opinión y con posición. En muchos aspectos es la heredera directa de la escuela de Guillermo Teillier, lo que se podría resumir en la capacidad de perseverar institucionalmente, resistir a las adversidades y construir mayorías, sin perder la identidad política. 

La señora Jeannette es hoy una de las ministras más valorades del gabinete según todas las encuestas. Y esa valoración tiene el mérito de expresarse a pesar del bloqueo que afecta a la reforma previsional que ha sido el gran objetivo de su cartera. Tal vez se la valora porque ha sido sincera y ha transparentado que no está en el cargo para lucirse, sino para jugarse el todo por el todo por mejorar las pensiones, aunque en esa pelea se le venga el mundo entero por delante.

Nadie puede anticipar como terminará la gestión de la señora Jeannette. Puede ser que se destrabe la reforma previsional, puede que no se consiga. Ya no depende a estas alturas de ella. De lo que nadie puede dudar es que ha llevado adelante este proceso de forma honesta, sincera, sin cálculos personales ni temores. No le ha tenido miedo a las AFP pero tampoco a los que disienten de ella en su propio partido. Al final, creo que ella está convencida que la vida es larga, tiene muchas vueltas, y sólo triunfan los que perseveran. Y quién sabe, tal vez, con esa sinceridad paciente y decidida es el tipo de liderazgo que hoy se necesita. 

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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