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Frutas chilenas en los EE.UU.: ¿Nos están ganando la “pulseada”? Opinión

Frutas chilenas en los EE.UU.: ¿Nos están ganando la “pulseada”?

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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nos enamoramos de nuestro lema “Chile, potencia alimentaria”, perdimos objetividad y “foco”, y nos quedamos estancados haciendo lo mismo por décadas.


Lamentablemente, creo que sí nos están ganando la “pulseada” y -además- hemos hecho poco y nada para evitarlo. Hemos ignorado los cambios ocurridos en el mercado estadounidense, “mirado en menos” a la competencia, dejamos de lado e ignoramos a grandes regiones de los Estados Unidos, y optamos por lo más fácil, irnos rápidamente a otros mercados donde había lugar para las frutas chilenas. Trabajamos muy duro para abrir el mercado estadounidense y se invirtieron recursos gigantescos a través del Fondo de Promoción de Exportaciones, pero en los lugares equivocados y siempre en las mismas regiones. Resumiendo: sí, nos están ganando la “pulseada”, e hicimos poco o nada para retener el “cuasi fidelizado”, enorme y muy resiliente mercado estadounidense. 

A la entrada en vigor del TLC con Estados Unidos (2004), éramos el primer exportador de frutas (HS08) a ese mercado, con una participación que rondaba en 20% – 21% y un valor de exportaciones de casi $1.190 millones de dólares. México nos pisaba los talones y Perú recién se estaba iniciando en ese mercado, con exportaciones de poco más de $50 millones de dólares. Por su parte, Colombia exportaba principalmente flores, café, bananas y su cuota de azúcar. Hoy, México exporta casi diez veces más que dos décadas atrás (unos $10.380 millones de dólares, promedio anual) mientras que las exportaciones de Perú superan los $2.400 millones en 2022 – 2023. Por nuestra parte, “topamos techo” en el 2016 con un valor de poco más de $2.490 millones, para luego bajar a un promedio de solo $2.265 millones de dólares y una participación de mercado que se redujo a menos del 10%. 

Irónicamente, la “emboscada” en que caímos, llegó por donde más podía doler: en los productos con los que nos creíamos imbatible: las uvas de mesa, paltas, y bayas. Hoy, las exportaciones mexicanas de frutillas y bayas ($3.685 millones de dólares), y de paltas ($2.867 millones) ya superan -por lejos- el total de nuestras exportaciones de frutas a Estados Unidos ($2.265 millones). Es destacable también, que hoy, los EE.UU. importa más uvas de mesa desde Perú que desde Chile -$861 millones y $753 millones, respectivamente- y México nos está alcanzando rápidamente con algo más de 700 millones, promedio anual (2021 – 2023). Con las paltas, no nos va mejor: Dos décadas atrás, éramos el principal exportador al mercado estadounidense -unos $118 millones de dólares (promedio anual, 2004 – 2005) y hoy nos vemos relegados a ser meros espectadores, con exportaciones que escasamente alcanzan a los $19 millones. Además de México, ya mencionado más arriba, en la actualidad también nos superan Perú ($222 millones) y Colombia ($30 millones). Y, así se ha ido “esfumando” el “Chile Potencia Alimentaria”, al menos en los Estados Unidos. 

Es cierto, hemos tenido episodios de plagas cuarentenarias y diversas “aflicciones fitosanitarias”, como la presencia de Lobesia botrana y de Drosophila suzukii. Pero no culpemos a estos episodios de nuestras dificultades para competir y retener el mercado estadounidense, pues -después de todo- son plagas que nunca debieron haber ingresado y que no “gerenciamos” adecuadamente. De hecho, creo que son otros los motivos y dificultades que explican la “retirada” del mercado estadounidense, porque -en definitiva- ha sido eso, una retirada y con la “cola entre las piernas”. Era obvio lo que ocurría, pero no lo “vimos venir” o, más bien -como ocurre en general, con nuestras prácticas y con la política comercial- no lo “quisimos ver”. Y, ahora, “no estamos dando el ancho” y hemos “dejado caer” el que era -por lejos- nuestro mayor, más próspero y estable mercado agrícola y alimentarios. Y todavía nos seguimos creyendo el cuento de que somos los mejores y los únicos que saben exportar fruta

Sin embargo, estaba “cantado” que luego del fracaso de las negociaciones comerciales multilaterales de la OMC y -sobre todo- luego de la firma del NAFTA y TLC con Chile, así como de la rápida expansión de la UE y de su Mercado Común, los Estados Unidos buscaría forjar nuevas alianzas y abrir nuevos mercados.  Y lo intentó vía acuerdos bilaterales, negociando diversos tratados -entre otros- con Australia, Corea, Marruecos, Israel y Singapur. También, en 2018, Estados Unidos inició diversas negociaciones con la UE para un posible acuerdo comercial “transatlántico”, actividad que hoy es impulsada en el marco del “U.S. – EU Trade and Technology Council” (TTC). Adicionalmente, Estados Unidos tiene numerosos “Acuerdos Marco sobre Comercio e Inversión”, en diferente grado de desarrollo alrededor del globo. Y para coronar su “ofensiva ordenadora” de la globalización, en el 2022 dio a conocer laIndo-Pacific Economic Framework for Prosperity” (IPEF), que tiene un importante “pilar” comercial. 

Pero más importante, también abrió su mercado a América Latina con nuevos TLC, como los acuerdos alcanzados con los países de Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR FTA; 2006 al 2009), Perú (2009), Colombia (2012), Panamá (2012) y la “actualización” del NAFTA en 2020 (USMCA). Los nuevos socios no se hicieron esperar, y se “pusieron las pilas” rápidamente, en especial, actualizando su normativa, y situación sanitaria y fitosanitaria para ingresar al mercado estadounidense. Una vez abierto el mercado estadounidense a nuevos exportadores de nuestra región se acentuó la competencia, y no creímos que estos países “darían el ancho” para competir con Chile. No obstante, llegaron con el “arsenal comercial” completo y lo lograron. Colombia incluso ha promocionado sus productos en el Super Bowl, el evento deportivo más importante de los EE.UU. (PROCOLOMBIA, 7 de febrero, 2024). 

Estas últimas semanas, a raíz de la discusión parlamentaria de varias reformas pendientes, se reiteró que “no era bueno enamorarse de las propias ideas”, pues eso no te permite avanzar. Lamentablemente, esto es exactamente lo que nos ocurrió con sucesivas administraciones: nos enamoramos de nuestro lemaChile, potencia alimentaria”, perdimos objetividad y “foco”, y nos quedamos estancados haciendo lo mismo por décadas. Tanto reiteramos este lema que nos creímos el cuento, y llegamos a pensar que éramos imbatibles. No innovamos y año tras año hemos seguido haciendo lo mismo. 

También se ha reiterado que las estadísticas no mienten. Y las cifras de nuestras exportaciones a EE.UU. están a la vista. La International Trade Administration (ITA) de Estados Unidos, informa que -actualmente- dos tercios de las importaciones estadounidenses de productos chilenos, son realizadas por sólo cinco Estados (Florida, Georgia, California, Luisiana y Texas. Otros cinco Estados (Maryland, New Jersey, Nueva York, Pennsylvania y Washington) elevan esta cifra al 85%, al mismo tiempo que habría Estados desde los que -al parecer- no se importarían productos chilenos. Y cuando examinamos las importaciones agroalimentarias al mercado estadounidense, la ITA describe un escenario similar. Me han sugerido, no obstante, que estas estadísticas podrían estar distorsionadas, por ser estos Estados el lugar de ingreso de nuestros productos. Es posible que exista alguna distorsión, pero las cifras de exportación de frutas no evidencian un tráfico comercial excesivo en los “puertos de ingreso”. De haberlas, podrían ser causadas -tal vez- por la ubicación de empresas importadoras o de sus “agentes”. Así, de acuerdo a cifras que registra la ITA, en el caso de las frutas (NAICS 1113), la concentración es aún mayor que la que se observa en el total de nuestras exportaciones, alcanzando al 82% en los primeros cinco Estados (California, Pennsylvania, Florida, Nueva York y New Jersey) y sube al 94%, al sumar los próximos cinco mayores importadores (Washington; Minnesota, Arizona; Texas; y Georgia).

Cifras más, cifras menos, lo que realmente importa es cómo y por qué hemos llegado a esta situación. En pocas palabras, reitero lo dicho en otras ocasiones: ocurre porque no hemos tomado en serio el papel y las responsabilidades que le corresponde cumplir al Estado en la formulación, puesta en marcha y gestión de las políticas comerciales. La institucionalidad del Estado no estáprofesionalizada”, ni “capacitada” adecuadamente y -lamentablemente- sigue el “pituteo” y el “amiguismo”. Nuestro trabajo de promoción y desarrollo de los mercados agrícolas y alimentarios en EE.UU. ha sido equivocadomuy equivocado– permitiendo que unos pocos “lleven de la nariz” a dónde más les acomoda, a la gran mayoría del país.  

¿Por qué insistimos en promocionar nuestros productos, por ejemplo, desde la Gran Manzana y, al mismo tiempo, abandonamos el “corazón” de los EE.UU.? Illinois y Chicago son la “puerta de entrada” al medio oeste de Estados Unidos. De hecho, la entrada a muchos de los Estados a los que prácticamente no llegan -o son poco conocidos- nuestros productos, como las dos Dakota(s), Nebraska, Kansas, Missouri, Minnesota, Wisconsin, y Iowa, entre varios otros. Por unos pocos años tuvimos una Oficina de PROCHILE en Chicago -el área metropolitana con la mayor población latina de EE.UU.que parece hoy salió del mapa ¿Qué ocurrió? ¿Acaso las estadísticas no la “respaldan”? ¿O es para financiar otra oficina en China que -de hecho- no necesitamos? Estamos cometiendo un error mayúsculo al no consolidar el trabajo en Chicago, abandonando una región y restándole importancia a Estado Unidos. Muestra lamentablemente, que tenemos un conocimiento muy poco adecuado del mercado estadounidense, de las oportunidades que abandonamos y que simplemente no estamos “dando el ancho” en nuestro hemisferio. 

Resumiendo, estadísticas más, estadísticas menos, estamos perdiendo el mercado de Estados Unidos o -mejor dicho- lo estamos abandonando. Tengo claro que éste no es un estudio detallado y no faltará quien pueda cuestionar las estadísticas de importación de la ITA. No obstante, nuestras exportaciones agrícolas y alimentarias a los EE.UU., claramente no están compitiendo con las de México y Perú, y todavía seguimos presumiendo e ignorándolas. En varios productos nos “amenazan” Colombia y Argentina, también ¿Cómo responderemos? ¿Tenemos alguna respuesta frente a la nueva competencia que nos “arrincona”? Tengo la firme impresión de que, con la debilidad de nuestra gestión pública en estas materias, seguiremos cruzados de brazos y el “mercado decidirá” ¡Goodbye USA, a “chamullar” mandarín ahora!

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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