Publicidad
El Producto Interno Bruto (PIB), nuestro termómetro Opinión

El Producto Interno Bruto (PIB), nuestro termómetro

Publicidad
Andrés Sanfuentes Vergara
Por : Andrés Sanfuentes Vergara Economista, académico. Presidente de BancoEstado entre el año 1990 y el año 2000.
Ver Más

Chile se encuentra en una fase compleja de su evolución y debe realizar los cambios que lo saquen de su estancamiento.                                    


El principal indicador del estado económico del país es un PIB, porque mide a valor constante el conjunto de bienes que se producen en distintos momentos en el tiempo y sus oscilaciones registran la evolución del bienestar de la población.    

Es una medición que se popularizó en el siglo XX y para determinar la variabilidad de cada época y la magnitud de las crisis.

En el período 1900-1915, la economía nacional creció solo el 1,7% como promedio anual, básicamente como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, que limitó el comercio internacional, especialmente a un país exportador de salitre y cobre como Chile. Una vez terminado ese conflicto, el crecimiento de Chile alcanzó al 5,0% anual entre 1915 y 1930, estimulando la actividad interna.

Sin embargo, la Gran Crisis hizo que hubiera una reducción anual de 13,5%, para crecer al 7,0% por año entre 1932 y 1945, aprovechados en la industrialización fomentada por el Estado.

Los años 1973-1975 fueron de crisis, como consecuencia del Gobierno de Allende y los comienzos de la dictadura; la reducción anual llegó al 6,2%, otro período de mutación en Chile, como lo muestran las cifras mencionadas.

El período 1975 a 1981 fue de mejoría, del 7,2% anual, pero entre 1981 y 1983, en plena dictadura, sobrevino un nuevo deterioro, cayendo el PIB en 7,6%. La recuperación fue notoria, del 6,9% entre 1983 y 1998.

Por lo visto, Chile es un país de crisis y recuperaciones en los últimos lustros examinados.

El siglo XXI también ha sido de problemas. A pesar de que comenzó en forma positiva, se tuvo que experimentar otro desequilibrio financiero de origen externo y el agotamiento de componentes del “modelo”, traducidos en baja productividad de la economía.

Al igual de lo que ocurre en los indicadores globales de la crisis, se pueden generar dos comportamientos: a) generar profundas transformaciones internas, reaccionando a los previos malos momentos internos, o b) en muchos casos, la carencia de un espíritu innovativo puede llevar a ese país a mantenerse postrado, como pareciera ser la situación de Chile, con un estancamiento de la productividad general y de la economía.

Si la aspiración de un país es llegar a crecer al 2% anual del PIB, será necesario hacer algunas transformaciones tanto en la actividad económica y social, como también en la estructura política. 

Los países que se encuentran en un proceso de modernización con frecuencia enfrentan crisis, ya sea de origen interno o foráneo. Ocurrido el fenómeno, han iniciado estrategias de recuperación y básicamente mejorar la productividad general y la inversión, como continúa ocurriendo en China, India y Vietnam.

En otros lugares no se hacen las reformas necesarias para salir del estancamiento, a pesar de la existencia de proyectos originales, como es frecuente en América Latina.

Chile se encuentra en una fase compleja de su evolución y debe realizar los cambios que lo saquen de su estancamiento.

                                   

                                                                   

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias