Chile se encuentra en una fase compleja de su evolución y debe realizar los cambios que lo saquen de su estancamiento.
El principal indicador del estado económico del país es un PIB, porque mide a valor constante el conjunto de bienes que se producen en distintos momentos en el tiempo y sus oscilaciones registran la evolución del bienestar de la población.
Es una medición que se popularizó en el siglo XX y para determinar la variabilidad de cada época y la magnitud de las crisis.
En el período 1900-1915, la economía nacional creció solo el 1,7% como promedio anual, básicamente como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, que limitó el comercio internacional, especialmente a un país exportador de salitre y cobre como Chile. Una vez terminado ese conflicto, el crecimiento de Chile alcanzó al 5,0% anual entre 1915 y 1930, estimulando la actividad interna.
Sin embargo, la Gran Crisis hizo que hubiera una reducción anual de 13,5%, para crecer al 7,0% por año entre 1932 y 1945, aprovechados en la industrialización fomentada por el Estado.
Los años 1973-1975 fueron de crisis, como consecuencia del Gobierno de Allende y los comienzos de la dictadura; la reducción anual llegó al 6,2%, otro período de mutación en Chile, como lo muestran las cifras mencionadas.
El período 1975 a 1981 fue de mejoría, del 7,2% anual, pero entre 1981 y 1983, en plena dictadura, sobrevino un nuevo deterioro, cayendo el PIB en 7,6%. La recuperación fue notoria, del 6,9% entre 1983 y 1998.
Por lo visto, Chile es un país de crisis y recuperaciones en los últimos lustros examinados.
El siglo XXI también ha sido de problemas. A pesar de que comenzó en forma positiva, se tuvo que experimentar otro desequilibrio financiero de origen externo y el agotamiento de componentes del “modelo”, traducidos en baja productividad de la economía.
Al igual de lo que ocurre en los indicadores globales de la crisis, se pueden generar dos comportamientos: a) generar profundas transformaciones internas, reaccionando a los previos malos momentos internos, o b) en muchos casos, la carencia de un espíritu innovativo puede llevar a ese país a mantenerse postrado, como pareciera ser la situación de Chile, con un estancamiento de la productividad general y de la economía.
Si la aspiración de un país es llegar a crecer al 2% anual del PIB, será necesario hacer algunas transformaciones tanto en la actividad económica y social, como también en la estructura política.
Los países que se encuentran en un proceso de modernización con frecuencia enfrentan crisis, ya sea de origen interno o foráneo. Ocurrido el fenómeno, han iniciado estrategias de recuperación y básicamente mejorar la productividad general y la inversión, como continúa ocurriendo en China, India y Vietnam.
En otros lugares no se hacen las reformas necesarias para salir del estancamiento, a pesar de la existencia de proyectos originales, como es frecuente en América Latina.
Chile se encuentra en una fase compleja de su evolución y debe realizar los cambios que lo saquen de su estancamiento.