¿Está la izquierda lista para avanzar en una segunda renovación o a este nuevo escenario, abierto por Carlos Ominami, se lo llevará el viento?
No cabe duda de que estamos presenciando esfuerzos, aún preliminares, de renovación del pensamiento de izquierda, tanto dentro como fuera de nuestro país. Sin embargo, ¿estamos realmente encaminados hacia un cambio sustantivo, o estamos simplemente asistiendo a un espectáculo de fuegos artificiales? Revisemos algunos hitos.
En abril de 2024, un grupo de políticos e intelectuales del Socialismo Democrático, entre ellos, Guido Girardi, Ricardo Solari y Alfredo Joignant, presentó un documento titulado “Socialismo Democrático”. Este manifiesto generó cierta controversia; lamentablemente más por su forma de publicidad que por su contenido enfocado en la necesidad de un socialismo renovado, adaptado a las nuevas realidades tecnológicas y sociales.
Si bien el documento esboza un proyecto político inclusivo y progresista, su énfasis en el futuro y la tecnología pareció desconectado de las urgencias presentes, lo que limitó su impacto en el debate político actual. Un debate que, lamentablemente, se diluyó casi tan rápido como surgió.
Por otro lado, desde el Frente Amplio, intelectuales y militantes han publicado Imaginar el futuro. La izquierda en una nueva época, un libro que ha generado poco debate público más allá de las filas partidarias. Se trata de un texto que, aunque lúcido en su análisis de la realidad, se centra en estilizar una narrativa que retrata al Frente Amplio como un actor de ruptura con el mundo político que lo antecede. Renovación se traduce ahí como la emergencia de este nuevo actor político a contrapelo de la Concertación y la Nueva Mayoría y el contexto político y económico de la postdictadura.
Sin embargo, esta narrativa se desmorona al enfrentar la realidad: en los hechos, el Frente Amplio ha expresado más continuidad que innovación, tanto teórica como práctica, adaptándose a las estructuras existentes en lugar de superarlas.
El Partido Comunista, por su parte, muestra signos de fracturas internas, en gran medida generacionales, que podrían forzarlo a una revisión profunda para evitar una ruptura. Sin embargo, fuera de estas contradicciones internas, poco o nada parece esperarse en términos de renovación real del pensamiento de izquierda. Sus posiciones respecto del valor de la democracia lo posicionan a ratos en una etapa anterior a la renovación socialista de los 80 y 90 en Chile.
Finalmente, Carlos Ominami, desde el Partido Socialista, ha planteado con ambición y sentido histórico la necesidad de una “segunda renovación socialista”. Esta renovación, según Ominami, debe romper con las inercias del pasado y adaptarse a los desafíos contemporáneos, como la democratización del conocimiento, la sostenibilidad y la igualdad de género.
Su propuesta ha encontrado eco en figuras como Daniel Grimaldi y Natalia Piergentili, quienes enfatizan la necesidad de reconfigurar la identidad socialista para equilibrar libertad y solidaridad; entre Estado, mercado y sociedad.
Pero aquí viene la pregunta crucial: ¿será suficiente el llamado de Ominami para desencadenar un verdadero movimiento intelectual y político de una segunda renovación socialista? Hoy en día, falta un ideario sustantivo y desarrollado donde poner la firma. Su propuesta es un buen inicio, pero quedan más preguntas que respuestas.
Una verdadera renovación socialista debe avanzar paralelamente en varios frentes cruciales: un relato sobre el pasado, un diagnóstico y visión del presente, una propuesta de futuro, una reformulación de conceptos clave, una innovación teórica basada en una reflexión autocrítica, una estrategia política y organizativa que contemple nuevas prácticas políticas, la interlocución con otros actores, otras tradiciones y movimientos; todo ello, sin olvidar el día a día de la política, las próximas elecciones, etc.
El reto es enorme, y el tiempo dirá si este esfuerzo por renovar el socialismo chileno logra trascender las palabras y convertirse en una fuerza transformadora real, o si simplemente se desvanece como tantas otras promesas de cambio. ¿Está la izquierda lista para avanzar en una segunda renovación o a este nuevo escenario, abierto por Carlos Ominami, se lo llevará el viento?