Para mejorar la eficacia del Gobierno se requieren varios factores, como mayor crecimiento económico, incrementar los recursos fiscales, aumentar la inversión, y el más prioritario, que es elevar la productividad general.
Tanto en la promesa de la campaña presidencial como en los primeros meses del Presidente Boric, la gran aspiración de sus partidarios ha sido realizar una transformación decisiva de las reglas con que funcionaba el país, incluso regirse por una nueva moral.
Transcurrido más de un año del Gobierno se está muy lejos de cumplir con esa promesa e, incluso, ha tenido que efectuar algunos retrocesos al no contar con la necesaria mayoría parlamentaria.
El actual Presidente fue elegido gracias al debilitamiento de los partidos del centro político y los limitados logros de los mandatarios precedentes, Bachelet II y Piñera II. En sus primeros períodos los mandatarios tuvieron resultados positivos que les permitieron realizar su defensa, pero fueron cuestionados. Al mismo tiempo, se empieza a observar la pérdida de poder de la instancias tradicionales por la ausencia de liderazgos, que les impidió realizar una buena defensa de lo logrado.
Las principales críticas que surgieron fueron la carencia de unidad en las propuestas, la desigualdad social, el comienzo de la inseguridad ciudadana y problemas en las determinaciones financieras.
El nuevo Gobierno del Presidente Boric proponía reducir el papel del mercado en la regulación de las variables económicas, disminuir la desigualdad y la pobreza, e incorporarse a la globalización del mundo actual. Entre ellas resaltan reemplazar las AFP y las isapres, establecer un impuesto a la riqueza, aumentar el poder y el tamaño del Estado, en especial en la industria manufacturera.
Las características del llamado “modelo neoliberal” existente que generaban más cuestionamientos eran: a) la neutralidad de las políticas sectoriales y regionales; b) la igualdad en la estructura de precios y aranceles a la importaciones; c) libertad en la fijación de salarios; d) un mercado libre de créditos y las tasas de interés; e) políticas tributarias neutrales, en especial en los impuestos a la renta y el IVA; f) la limitación de los subsidios a las personas de menores ingresos.
Sin embargo, los cambios al “modelo” han sido muy limitados, no solo por la carencia del poder político suficiente, sino por las limitaciones de los recursos públicos necesarios para su implementación, dado el nivel de inflación existente en áreas como la reforma de las pensiones, la salud, y la aparición de graves asuntos de seguridad y orden público, que se unieron a los serios problemas de gestión en el Ejecutivo, y la insuficiente inversión privada. Además, la oposición política ha actuado con dureza.
Esto ha llevado al Ministerio de Hacienda y al Banco Central a buscar una reducción de la inflación, mantener el tipo de cambio y reducir en lo posible el déficit fiscal.
En estas circunstancias es muy difícil que el Gobierno pueda hacer los cambios de fondo al “Modelo” y más bien la actual Administración termine con un balance mediocre.
Para mejorar la eficacia del Gobierno se requieren varios factores, como mayor crecimiento económico, incrementar los recursos fiscales, aumentar la inversión, y el más prioritario, que es elevar la productividad general.