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Clapes 2024: la delincuencia y la ciencia Opinión

Clapes 2024: la delincuencia y la ciencia

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Ibán de Rementería
Por : Ibán de Rementería Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y Vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.
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Lo cierto es que el imaginario del delito, o si se quiere el espectáculo del delito, al decir de Guy Debord, no se determina por el aumento o la disminución de las víctimas de las conductas delictivas, sino que depende de la gravedad de estas y de las consecuencias que tienen para aquellas.


El Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica de Chile (Clapes UC) acaba de entregar su nuevo Índice Radiografía a la Delincuencia en Chile, el cual recoge una continuidad estadística sobre victimización desde el 2014 hasta el 2023. Tema de primera importancia en la campaña electoral municipal y regional que se acaba de iniciar.

El aporte más importante del Informe Clapes en sus conclusiones es que de entrada reconoce lo siguiente: “Los delitos totales han decrecido en el margen a nivel nacional entre 2014 y 2023 (10%-14%), aunque en este resultado influyó de manera importante la brusca caída ocurrida durante la pandemia por las restricciones de movilidad impuestas en 2020-21”. Este reconocimiento de la disminución de la victimización de la delincuencia que hace Clapes se aproxima al que establece la ENUSC, de 17,8%; en la disminución de las victimizaciones entre 2015 y 2023, de 28,0% a 21,7%, llama la atención que la victimización haya comenzado a disminuir en la víspera del estallido social de 2018.

No obstante lo anterior, lo cierto es que el imaginario del delito, o si se quiere el espectáculo del delito, al decir de Guy Debord, no se determina por el aumento o la disminución de las víctimas de las conductas delictivas, sino que depende de la gravedad de estas y de las consecuencias que tienen para aquellas.

La determinación de la gravedad de los delitos tomados en cuenta se mueve en la ambigüedad de considerar aquella por el valor del bien jurídico afectado y/o por la cantidad de víctimas que los han padecido. Así, a no dudarlo, la vida, la integridad personal y la libertad son los bienes más apreciados, de allí que los homicidios, las lesiones y el secuestro sean los delitos considerados más graves, a los que calificamos como crímenes, mientras que juzgamos a los delitos contra la propiedad privada y los bienes públicos como simples delitos.

En cambio, otra cosa es considerar la importancia de los delitos y crímenes por la cantidad de víctimas que causan. Así tenemos que, de acuerdo a la ENUSC 2023, del 21,7% de los hogares donde cualquiera de sus miembros padeció algún delito, el más frecuente fue el robo desde vehículo, con el 14,4%; estos son las dos terceras partes de todos los delitos padecidos, el 66,4%, mientras que, en los otros robos, las víctimas giraron en torno al tres por ciento. Así, el robo con violencia tiene 3,4%, el robo por sorpresa 3,3%, el robo en la vivienda 2,9% y el robo de automóviles –los temidos portonazos y encerronas– solo tiene un 2,1% de víctimas. ¿Entonces, el delito más preocupante en el país sería para la población el robo desde los automóviles? Pues no lo parece.

Ahora, si vamos a las víctimas por homicidio, sobre todo los sin imputados conocidos, que de alguna manera representan a las víctimas fatales por los “ajustes de cuentas” entre bandas criminales, información que la ENUSC no recoge, pero sí informa el Ministerio del Interior, estas llegaron durante 2022  a 1.330 víctimas fatales, mientras que en 2023 fueron 1.248, en este crimen, el más grave de todos. No obstante, comparativamente habrían afectado solo al 0,0000663% de la población nacional, por eso los homicidios se informan en tantos por cada 100 mil habitantes. 

Pocos serán los homicidios, pero la vida es el bien más preciado y si, además, se producen de manera terrible, obviamente el horror se impone y generaliza, lo cual bien sabemos es un excelente instrumento de control social, como lo fue el Régimen del Terror durante la Revolución Francesa (1781), también en la Revolución Rusa con su Terror Rojo (1919). 

No obstante, todo lo anterior, dado que el instrumento de medición de la percepción de la población ante la delincuencia es la sensación de temor que esta produce, tenemos que, según la ENUSC, si bien esta creció de un 80,6% en 2017 a 90,6% en 2022, el año pasado disminuyó a un 87,6%, lo que es una diferencia estadística significativa.  

Pero los homicidios, algo disminuidos, ahí están con todo su horror generando terror entre la población y discursos terribles entre los políticos, tanto más cuando están en campaña electoral. Sobre esto Henrik Tham, criminólogo de la Universidad de Estocolmo, en la búsqueda de las causas del crecimiento de los homicidios afirma: “… Factores como el aislamiento cada vez mayor de los grupos sociales más desfavorecidos y la incapacidad del Estado para ayudar, no son pocas las razones del fenómeno”, sobre esto lo que ya es constatable es el creciente comprometimiento de los jóvenes con los homicidios, tanto como victimarios y también en cuanto víctimas; ¿qué está pasando con los jóvenes? A no dudarlo, los jóvenes son los más desfavorecidos entre nuestros desfavorecidos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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