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Repensando la educación superior en la era digital: ¿Estamos preparados para el futuro? Opinión

Repensando la educación superior en la era digital: ¿Estamos preparados para el futuro?

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Francisco Sereño Ahumada
Por : Francisco Sereño Ahumada Jefe de Tecnologías Educativas – VTI - Universidad de Chile. Profesor, UMCE Máster de Entornos de Enseñanza y Aprendizaje mediados por Tecnologías Digitales, Universidad de Barcelona
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La era digital nos ofrece un lienzo en blanco para reimaginar la educación superior. ¿Estamos preparados para aprovechar esta oportunidad y crear un futuro educativo más prometedor?


La aceleración de la era digital sigue transformnado radicalmente nuestra sociedad, y la educación superior no es una excepción. Nos encontramos en un punto de inflexión donde debemos repensar nuestros modelos educativos para adaptarnos a las demandas de un mundo cada vez más tecnológico y conectado.

La integración de las tecnologías en la educación superior no es una opción, sino una necesidad. Herramientas como el aprendizaje en línea, la realidad virtual y la inteligencia artificial ofrecen un potencial inmenso para mejorar la calidad y el acceso a la educación. Sin embargo, su implementación debe ser cuidadosa y estratégica, siguiendo modelos como el TPACK (Technological Pedagogical Content Knowledge) desarrollado entre 2006 y 2009 por los profesores Punya Mishra y Mattew J. Koehler propone una integración efectiva de la tecnología, la pedagogía y el contenido disciplinar.

Este modelo destaca la importancia de que las y los docentes posean un conocimiento profundo de estas tres áreas y de cómo interactúan entre sí. No se trata simplemente de utilizar la tecnología como una herramienta adicional, sino de comprender cómo puede transformar la pedagogía y mejorar el aprendizaje de las y los estudiantes.

Por otro lado, la clase invertida (flipped classroom) es un ejemplo de cómo el modelo TPACK puede aplicarse en la práctica. En este enfoque, las y los estudiantes acceden a los contenidos teóricos fuera del aula, a través de videos, lecturas o actividades en línea, mientras que el tiempo de clase se dedica a actividades más interactivas y colaborativas, como debates, resolución de problemas y proyectos.

Como señalan Bergmann y Sams (2012), pioneros de la clase invertida, “La tecnología nos permite liberar el tiempo de clase para hacer las cosas que los humanos hacen mejor: interactuar, dar retroalimentación, involucrarse en actividades creativas y de pensamiento superior”. La clase invertida, respaldada por el modelo TPACK, permite a las y los docentes aprovechar al máximo las tecnologías para crear experiencias de aprendizaje más personalizadas, activas y significativas.

Sin embargo, la implementación de la clase invertida y el modelo TPACK requiere un cambio de mentalidad tanto por parte de las y los docentes como de las y los estudiantes. Las y los docentes deben estar dispuestos a ceder el control del proceso de aprendizaje y a asumir un rol de facilitadores y guías. Las y los estudiantes, por su parte, deben ser más autónomos y responsables de su propio aprendizaje.

Además, debemos reconocer que no todas las asignaturas ni todo el estudiantado se adaptan por igual a la clase invertida. Es importante evaluar cuidadosamente qué contenidos y qué estudiantes son los más adecuados para este enfoque, y adaptar la metodología en consecuencia.

Por lo tanto, la era digital nos plantea un desafío y una oportunidad para repensar la educación superior. Modelos como el TPACK y la clase invertida nos ofrecen un marco para integrar las tecnologías de manera efectiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje, creando experiencias más personalizadas, interactivas y significativas. Sin embargo, debemos hacerlo de manera cuidadosa y estratégica, garantizando la calidad de la educación y el acceso equitativo para todos.

La era digital nos ofrece un lienzo en blanco para reimaginar la educación superior. ¿Estamos preparados para aprovechar esta oportunidad y crear un futuro educativo más prometedor?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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