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En Chile hay algo que trepida en lo profundo Opinión

En Chile hay algo que trepida en lo profundo

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Carlos Mena K.
Por : Carlos Mena K. Ex Embajador de Chile en Brasil.
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Observamos estupefactos cómo se desenreda uno de los mayores casos de corrupción que se ha descubierto a raíz de los audios del llamado caso Hermosilla. Esto se inscribe en un proceso de larga data, algunos de cuyos episodios han sido los siguientes: el   financiamiento irregular de la política, el caso Soquimich, el caso Penta, la colusión de las farmacias, el caso de los pollos, el caso de la ley de pesca etc. Muchos de ellos, la mayoría han quedado impunes.  Esto ha afectado  gravemente la convivencia nacional. Producto de algunos de ellos se han creado comisiones, propuestos cambios institucionales, y dictado algunas leyes. Lo más probable que este caso se enfrente de manera similar. Surgirán comisiones propuestas de cambios legales acuerdos entre los actores etc..   Esto puede ser necesario y conveniente pero, la pregunta que surge es ¿es esto suficiente? ¿Se está enfrentando de raíz el problema de la corrupción en Chile? No cabe la menor duda que no  Es indispensable abordar las causas más allá de los  síntomas Asistimos desde hace varias décadas, muchas veces de manera imperceptible, y otras más explícitamente a un proceso de degradación de la convivencia nacional que afecta a muchas instituciones  y que se  expresa de manera muy directa, en el funcionamiento y desempeño de nuestra vida democrática. 

Hay algo muy profundo que trepida en   nuestra sociedad. Tiene que ver entre muchas otras causas, con la ruptura de la  convivencia con la ausencia de  una  comunidad nacional,  la carencia de confianza,   de una “ética mínima” en la sociedad y, la falta de cohesión social producto las grandes desigualdades que afectan a nuestra sociedad.

Falta de convivencia en la comunidad nacional. Para que exista comunidad se requieren acuerdos básicos que permitan la interacción entre los ciudadanos para resolver los problemas comunes, lo cual requiere igualdad y transparencia en los procedimientos y en las decisiones resultantes. Esto entra en crisis cuando estos procedimientos y mecanismos para tomar decisiones están afectados en mayor o menor medida por actos de corrupción. El bien común resulta irremediablemente  erosionado. La democracia resulta afectada y se transforma en algo meramente formal.

La confianza. Esta  es una variable central para que exista comunidad. Es indispensable para la relación entre los ciudadanos y para la vinculación entre el poder y los ciudadanos. Todas las encuestas demuestran que la ciudadanía en su abrumadora mayoría no confía en las instituciones: gobierno, partidos políticos parlamento etc. Los actos de corrupción y la falta de transparencia que las han afectado explican significativamente esta falta de confianza, lo que ha contribuido de manera importante a la degradación de la vida colectiva, y  a la apatía de la ciudadanía para sentirse parte de la comunidad y de la vida política, y participar en las decisiones que las afectan.

La confianza es muy difícil de definir. Es muy fácil de perder y muy difícil de recuperar. La confianza requiere interdependencia entre partes. Se refiere a comportamientos y conductas. Es una apuesta al futuro. Podría señalarse que es el reconocimiento de derechos y obligaciones que toda expectativa de comportamiento contiene. La confianza estimula el cambio. La desconfianza petrifica. Sin confianza entre los ciudadanos y entre estos y el poder, la comunidad resulta indefectiblemente erosionada y se afecta de manera muy determinante la convivencia democrática.

Ausencia de una ” ética mínima”. La comunidad requiere para existir del pluralismo. El pluralismo es un concepto que requiere la creencia en valores. Pero, también, presupone la tolerancia y por tanto, se afirma negando el dogmatismo y el fanatismo. Se afirma en la variedad y no en la uniformidad, en el discrepar y no en la unanimidad en el cambiar y no un inmovilismo. Esta es la base de una ética mínima compartida No hay comunidad sin una “ética mínima” es decir, un conjunto un de valores que la sociedad comparte independientemente de las “éticas de máxima” que están constituidas por aquellas cosmovisiones religiosas, filosóficas, o agnósticas que algunos comparten pero que no pueden ser en una sociedad plural impuestas a toda la comunidad. Esto no significa que no exista “una ética mínima”. En nuestra sociedad estos valores mínimos compartidos se han diluido, y el razonamiento de lo bueno y lo malo se hace después que hayan ocurrido los hechos, pero no hay una ética preventiva mínima, que posibilite evaluar comportamientos y conductas antes de que ocurran los hechos. Esto afecta de manera muy determinante a la existencia de la comunidad nacional.

Cohesión social. Para que exista comunidad se requiere disminuir las viejas y nuevas desigualdades. Toda idea de igualdad consiste en compensar el peso del pasado para ser menos desigual las condiciones del futuro. A las desigualdades tradicionales de ingreso y de acceso a bienes y servicios se han agregado en Chile  un conjunto desigualdades que tienen que ver con la vida cotidiana de las personas. Éstas  se refieren a desigualdades de acceso a los servicios públicos, desigualdades con respecto a la seguridad en determinadas áreas geográficas, desigualdades en materia de transporte que están incrementadas por las transformaciones y las segregaciones entre regiones y comunas. Éstas desigualdades son acumulativas. De esta manera, las desigualdades respecto a la seguridad en algunas poblaciones, se dan junto a desigualdades respecto a vivir en un medio ambiente contaminado, con malos servicios públicos, sin lugares de esparcimiento etc.. A esto se agrega el exacerbado individualismo en la convivencia: el consumismo, que  genera una lógica de quien obtiene que, como, cuando, y para que 

Reconstruir el tejido social de la sociedad chilena va a  requerir que el país enfrente de manera clara y decidida las nuevas y viejas desigualdades fortalezca  la comunidad, y promueva  e impulse una mística de la vida sencilla, en la  que sea más importante el ser que el tener .  Una comunidad en  que puedan fortalecerse los lazos sociales entre los chilenos para que el “ rascarse con sus propias uñas” base del modelo neo liberal individualista, no sea lo que alimenta la disgregación social  y  una sociedad del derroche y el consumo desenfrenado que fomenta la corrupción. De esta manera podremos enfrentar aquello que “trepida en lo profundo” y no sólo el cascarón que  lo envuelve. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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