
Replantear el rol de las isapres
No es secreto que los mercados de la salud, cuando están pobremente regulados, generan condiciones subóptimas para el bienestar social. Resulta oportuno, entonces, preguntarnos si el lucro tiene cabida.
El debate en torno a la reforma de salud mantiene una preocupación latente: ¿cómo equilibrar la sostenibilidad financiera sin sacrificar el acceso equitativo a atención médica de calidad? La nueva modalidad de cobertura complementaria de Fonasa, que introduce un copago promedio del 35% para sus prestaciones, plantea un dilema significativo, especialmente ante el éxodo sin precedentes desde isapres a Fonasa: ¿lograremos disminuir el gasto de bolsillo fortaleciendo la modalidad de libre elección para acceder a servicios privados?
Tristemente, es probable que el gasto de bolsillo per cápita en salud de Chile siga estando entre los más altos de los países de la OCDE. Aunque esta nueva modalidad representa un paso adelante, el copago del 35% continuará siendo una barrera económica considerable. Esto entra en conflicto con el principio fundamental de la seguridad social: que nadie debería quedar fuera del sistema de salud por su capacidad de pago.
Mientras tanto, las isapres, protagonistas de incontables denuncias y fallos judiciales, enfrentan un panorama incierto tras la “ley corta”, que busca viabilizar el pago de las millonarias multas impuestas por la Corte Suprema, pero devela un problema estructural más profundo: la incapacidad de un sistema privado con fines de lucro para coexistir plenamente con los principios de equidad que deben regir un sistema de seguridad social.
No es secreto que los mercados de la salud, cuando están pobremente regulados, generan condiciones subóptimas para el bienestar social. Resulta oportuno, entonces, preguntarnos si el lucro tiene cabida. La respuesta, a mi juicio, es un rotundo no.
La seguridad social tiene por objeto garantizar que todos, sin excepción, puedan acceder a la atención médica que necesitan, sin importar su situación económica. Permitir que el lucro interfiera en este principio es abrir la puerta a desigualdades profundas.
Sin embargo, en lugar de abogar por la eliminación de las isapres, propongo una reconfiguración de su rol y participación. En este sentido, sugiero que estas asuman el rol de reasegurar el 35% del copago que deja la cobertura complementaria de Fonasa.
Así, continuarían operando con fines de lucro, convirtiéndose en un actor complementario y competitivo, que proporciona opciones adicionales para quienes puedan y deseen pagar por una cobertura complementaria, pero desligado de la seguridad social, sin relación alguna con las cotizaciones obligatorias y sin el conflicto de intereses inherente a su operación actual. Fonasa, por su parte, seguiría cumpliendo su función como pilar de un sistema de cobertura universal.
Desde una perspectiva de políticas públicas, reformar empezando por redefinir el rol de las isapres, es una oportunidad histórica para corregir el rumbo y garantizar que nadie quede atrás. Un sistema en el que el lucro privado no interfiera con la justicia social es no solo deseable, sino también necesario.
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