
Chile y el desafío de la defensa planetaria
La comunidad astronómica ha realizado advertencia respecto del impacto lumínico que esta planta va a tener en la zona, triplicando el brillo nocturno y generando turbulencia atmosférica.
Descubierto el 27 de diciembre de 2024 en Chile por el telescopio ATLAS (Río Hurtado, Región de Coquimbo), el asteroide 2024 YR4, con un radio aproximado de 50m (suficiente para devastar una ciudad), generó alarma debido a que la NASA estimó inicialmente un 3,1% de probabilidad de impacto con la Tierra para diciembre de 2032, llegando a ser la mayor amenaza registrada hasta la fecha desde que se observan los asteroides.
Aunque las observaciones recientes redujeron el riesgo a un 0,3%, la alarma recordó la necesidad de poder detectar tempranamente estos objetos. Se trata de una tarea en gran parte aliviada gracias a la red de telescopios emplazados en Chile. No olvidar que el país concentra más del 40% de la capacidad astronómica global, cifra que superará el 50% en 2030 con la llegada de nuevos observatorios que van a revolucionar la exploración del cosmos.
Aparte de la detección de objetos peligrosos en colisión con la Tierra, desde Chile se han descubierto los hitos más importantes de la astronomía moderna, como: la primera observación de un planeta extrasolar (VLT), la evidencia de la expansión acelerada del universo (Observatorio Cerro Tololo) o la primera imagen en alta resolución de un disco protoplanetario (ALMA). Estos avances nos han posicionado como uno de los países más avanzados en materia astronómica.
Pero ¿qué sucede si las condiciones para que estos telescopios operen se ven alteradas? El funcionamiento de estos observatorios de última generación depende de factores ambientales excepcionales, como una oscuridad óptima, estabilidad atmosférica, baja humedad y mínima presencia de partículas en suspensión. Y estos factores ambientales se encuentran actualmente amenazados.
El megaproyecto industrial INNA, propuesto por AES Andes en la Región de Antofagasta, abarca 3 mil hectáreas y se pretende ubicar a menos de 10 km del Observatorio Paranal y del futuro ELT en Cerro Armazones. Por desgracia, las características de su construcción y funcionamiento significan la degradación irreversible de la astronomía en nuestro territorio.
La comunidad astronómica ha realizado advertencia respecto del impacto lumínico que esta planta va a tener en la zona, triplicando el brillo nocturno y generando turbulencia atmosférica. Además, se prevé una saturación de polvo en la atmósfera, afectando la transparencia del cielo, el rendimiento y el estado de los instrumentos. Por ello, decenas de científicos, Premios Nacionales de Chile e incluso un Nobel, exigen reubicar INNA para preservar este patrimonio científico y natural.
No hay duda de que la instalación de este complejo industrial es clave para el desarrollo económico y energético del país, pues busca generar infraestructura para la producción de hidrógeno y amoníaco verde. No obstante, su ubicación entra en conflicto directo con la astronomía, sector que ha posicionado a Chile entre los países más avanzados y respetados en esta área, fundamental para comprender el universo y proteger el planeta.
El caso 2024 YR4 y la amenaza sobre Paranal evidencian que la convergencia entre desarrollo industrial y preservación astronómica es ineludible. Es imperativo adoptar políticas integradas que, sin comprometer el progreso económico, aseguren la protección de nuestros cielos oscuros, el desarrollo de la astronomía, fortaleciendo nuestro conocimiento del cosmos y haciéndonos más capaces en la defensa planetaria.
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