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Doscientos candidatos a La Moneda… otro síntoma de la crisis política chilena Opinión Crédito: Agencia Uno / El Mostrador

Doscientos candidatos a La Moneda… otro síntoma de la crisis política chilena

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Esperemos que tener 210 candidatos potenciales signifique que la oferta, las promesas, no sigan siendo las mismas, esas de transformar el país por completo y considerar que lo que hicieron Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, Piñera y Boric, durante estos últimos 35 años, debe borrarse por completo.


Carlos les escribe a sus amigos del grupo de WhatsApp del fútbol: “Espero voten por mí, voy de candidato a la Presidencia de la Republica”. Sus amigos le responden en tono humorístico y sarcástico con todo tipo de bromas. Pero él escribe “es en serio” y acompaña un pantallazo de la inscripción que ha realizado, de manera remota, unas horas antes en el Servel.

Aunque Carlos deberá ahora recolectar 35.361 firmas, a través de la plataforma del Servicio Electoral, por el momento es, oficialmente, un aspirante a La Moneda, aunque no tenga ninguna posibilidad de sortear la valla que impone la ley. Pero no importa, Carlos ya se dio el gusto. Es el día de su cumpleaños y encontró divertido sorprender a sus amigos con la noticia. Además, en una de esas, lo pone en su CV más adelante.

Por supuesto, la situación es ficticia –en un país en que la realidad está superando a la ficción hace rato–, pero grafica uno de los datos más bizarros que ha constatado nuestra política desde el retorno a la democracia. Cerca de 200 personas se habían inscrito en el Servel como candidatos independientes hasta la semana pasada –la cifra sube diariamente–, a lo que hay que sumar al menos a ocho o diez postulantes apoyados por los partidos políticos, entre los que están Matthei, la dupla Ka-Ka, Tohá, Mirosevic, Mulet, Undurraga y Rincón.

Y eso que aún no contabilizamos a Jeannette Jara, Parisi o ME-O y, entre los independientes, tampoco está Harold Mayne-Nicholls, quien anunciará hoy lunes su candidatura. En total, cerca de 210 candidatos.

Desde 1990 a la fecha, fue aumentando el número de candidatos independientes, pero nunca superaron los tres o cuatros por cada proceso electoral. Sin embargo, en la carrera presidencial de 2021, se produjo un aumento importante, hasta llegar a 30. De todos quienes postularon como independientes, uno o dos pudieron disputar la primera vuelta, casi siempre con resultados paupérrimos.

Entre los nombres que se han inscrito como independientes hasta ahora, llaman la atención Tomás Jocelyn-Holt, de quien no se sabía nada hace años –en 2013 obtuvo el 0.19% de los votos–, Eduardo Artés –en 2017, 0.57% y 1.47% el 2021–, Pedro Pool –el líder de extrema derecha del sur que ahora ataca a Kaiser y Kast–, la tarotista Zita Pessagno e, incluso, figuran algunos candidatos extranjeros, que NO pueden postular de acuerdo a la Constitución, pero que no son rechazados sino hasta el final del proceso.

Claro que hay algunos independientes que tienen más posibilidades, no solo de poder reunir las 35.361 firmas, sino además competir con alguna posibilidad en caso de que se produzca una primera vuelta de “todos contra todos”. Es el caso del actual senador Karim Bianchi o del propio expresidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls.

También es probable que, de entre los otros casi 200 inscritos, dos o tres puedan reunir las firmas –como Artés o Pool, los que, en un escenario abierto, de seis o siete candidatos, pueden provocar más de un daño a los sectores que alguna vez compitieron por la derecha y la izquierda–.

Pero más allá de la anécdota o lo bizarro de la situación, la pregunta es: ¿por qué tenemos más de 200 candidatos a la Presidencia? Sin duda, este es un síntoma más de la crisis que venimos arrastrando desde hace al menos una década.

Una ciudadanía convencida de que teníamos que cambiar la Constitución heredada de un dictador, que eligió primero a la Lista del Pueblo y, luego, a los republicanos, para caer en la promesa de cambio estructural por los dos extremos, eso del borrón y cuenta nueva, de que todo lo anterior no ha servido de nada.

Un país con políticos financiados por empresas, que “raspaban la olla”, con diputados desaforados y presos por abusos sexuales y por el caso Convenios. Con exalcaldes en la cárcel o arresto domiciliario total, de acusaciones constitucionales permanentes, que no llegan a nada.

Entre esos 200 candidatos independientes debe haber varios que buscan defender causas de nicho, pero, de seguro, muchos tendrán el discurso del “cambio total”, de que el país es un punto negro en el mundo, que nos hundimos en la desesperación, que todo lo anterior no ha servido para nada.

Pero de lo que sí estoy convencido es de que 200 propuestas alternativas a la política tradicional evidencian un síntoma, un reflejo de una crisis que venimos arrastrando y que nuestra clase política ha intentado esconder bajo la alfombra. Tanto es así, que aún no se dan cuenta de que los partidos, el Gobierno y el Parlamento ocupan el último lugar en todas las encuestas que miden la confianza en las instituciones.

Y pese a lo anterior, a la desconfianza de la gente, siguen actuando de la misma forma. Más de 40 parlamentarios se cambiaron del partido por el cual fueron electos por la ciudadanía. Hay dos senadores que armaron un partido nuevo diciendo que eran de izquierda y hoy van en las primarias de la derecha. Ningún sector quiere hacerse cargo de la migración, pese a que unos primero fueron a invitar a haitianos a vivir a Chile y luego los otros viajaron a Cúcuta para traer venezolanos “hasta que el país lo resista”.

Las campañas recién están comenzando y los chilenos ya estamos observando que el ciclo se repite. El diagnóstico negro y las promesas de la derecha de cambiar el país por completo, pateando el tablero, borrando lo anterior, es similar a la forma en que el Presidente actual llegó al poder. Las promesas de expulsar migrantes y construir cárceles en el desierto –parecidas al CECOT de Bukele–, contrastan con que al mismo tiempo les piden el voto a los venezolanos.

Esperemos que tener 210 candidatos potenciales signifique que la oferta, las promesas, no sigan siendo las mismas, esas de transformar el país por completo y considerar que lo que hicieron Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, Piñera y Boric, durante estos últimos 35 años, debe borrarse por completo.

Ojalá que en esta campaña no sigan tratando de convencernos de que este es un país que se hunde como el Titanic, y que una varita mágica resolverá la migración, la delincuencia, el crecimiento, la salud y la educación. Y, por supuesto, que nuestra clase política se dé cuenta de que una crisis no se soluciona desde las trincheras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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