

Jara vs. JAK, ¿repitiendo el escenario de polarización 2021…?
Lo que sí es cierto es que, a partir del 30 de junio, comenzará a jugarse la segunda fase de esta larga campaña presidencial. Cómo se va a mover la derecha, dependerá de si se impone Jara o Tohá en las primarias. Pero también comenzará la carrera con los independientes que logren juntar las firmas.
El próximo domingo 29, por la noche, se iniciará una nueva etapa en la campaña presidencial. Sabremos quién será el abanderado o abanderada del oficialismo y, por tanto, comenzarán a ajustarse todas las piezas. Entraremos, como diría un hípico, en tierra derecha.
Por el momento, podemos afirmar que el escenario sigue totalmente abierto, tal como ocurrió hace cuatros años, lo que contrasta con la etapa entre 1990 y 2017, en que siempre, a estas alturas, sabíamos quién se pondría la banda el 11 de marzo del año siguiente. Aylwin, Frei, Lagos y la dupla Bachelet/Piñera I y II fueron siempre cartas seguras y predecibles.
A comienzos de junio de 2021, todas las encuestas daban fijos a Joaquín Lavín y Daniel Jadue como ganadores de sus respectivas primarias. Uno de los dos, sería el próximo Mandatario. Es más, a solo un mes de los comicios internos, el sondeo de Activa Research, además de los “seguros” Lavín y Jadue, ponía en tercer lugar a Pamela Jiles (con 10.2%), luego a Evelyn Matthei (4.2%) y Yasna Provoste (4.4%). Sichel –que ganaría la primaria– tenía solo 3.6% y José Antonio Kast –que obtuvo la primera mayoría con 22% en primera vuelta– apenas marcaba 1.9%. ¿Gabriel Boric? Ni siquiera aparecía en la encuesta.
A partir de mediados de 2023, parecía que recuperaríamos la tendencia a la predictibilidad, cuando Evelyn Matthei comenzó a posicionarse en las encuestas y entró en modo campaña. Paulatinamente dejó de hablar como alcaldesa y comenzó a hacerlo como candidata presidencial, con más de dos años de anticipación.
Por supuesto –y lo dijimos en su momento en este mismo espacio–, en política no por mucho madrugar amanece más tempano, tal como quedó en evidencia con Lavín y Jadue. Sin embargo, en el entorno de la entonces alcaldesa y en Chile Vamos se convencieron de que ya tenían el sillón presidencial ganado.
El triunfalismo se apoderó de Matthei de tal forma que pareció que lo que vendría por delante –dos largos años– era un mero trámite. No obstante, cuando un año después –entre junio y agosto de 2024– empezó a quedar en evidencia que Evelyn tocaba techo en las encuestas, nadie en el conglomerado opositor fue capaz de visualizar que mientras el exceso de confianza se apoderaba de los partidos de Chile Vamos, irrumpía Johannes Kaiser, y José Antonio Kast se “guardaba” para armar su estrategia –luego del fracaso en el segundo plebiscito–, dejando que Matthei se desgastara y el libertario quemara sus cartuchos anticipadamente.
No cabe duda, JAK fue, por lejos, el más hábil e inteligente de los candidatos de la derecha.
En el oficialismo, la definición de la carta de La Moneda ocurrió apenas hace unos meses. Con la carga de haber ocupado el expuesto cargo de ministra del Interior en un país complicado con la seguridad y migración, Carolina Tohá emergió como una figura capaz de recuperar el espíritu concertacionista de las décadas previas, además de dar garantías al Frente Amplio y el PC de su capacidad de gobernar con ese sector. Mal que mal, Tohá fue ministra de Bachelet y Boric.
Sin embargo, Tohá estuvo lejos de posicionarse con fuerza en las encuestas de inmediato. Disputando el tercer lugar con Kaiser, se quedó pegada en los sondeos. Claro, para la exministra no corría eso del efecto novedad, y menos con el hándicap del Ministerio del Interior. Carolina pasó a ser la candidata de la Concertación, coalición desgastada con el tiempo, algo similar a lo que le pasó a Chile Vamos en la derecha.
No cabe duda de que Carolina Tohá es una candidata de lujo, considerando su sólida formación, la experiencia política que tiene –alcaldesa, parlamentaria, ministra– y su capacidad de resiliencia. Sin embargo y, pese que en las últimas semanas se ha visto un cambio en su campaña, mostrando una faceta más personal, más cercana e incluso más carismática, ella tiene la imagen de una mujer fuerte, “matea” y realizadora.
Y así como hace un mes la opinión pública tenía asumido que Tohá era fija, de pronto, emergió por los palos Jeannette Jara. La exministra del Trabajo tiene en común con Carolina que es una realizadora. La reforma de pensiones es el mejor ejemplo de su capacidad de conducción y negociación. Sin embargo, a diferencia de Tohá, Jara se proyecta como una mujer sencilla, de esfuerzo, simpática, popular.
Son como dos polos opuestos de la sociedad chilena. Se les nota en todo, desde la forma de hablar, vestirse y abordar a la gente. Y, por supuesto, Jara entró con el efecto novedad.
Estoy convencido de que Jara simpatiza con la ciudadanía por su estilo y personalidad, más que por el partido al que pertenece, el PC. Dudo que la gente que la prefiere en las encuestas tenga mucha consciencia de que ella es comunista, porque si Jeannette tiene un hándicap en contra, en caso de ganar las primarias, sin duda que es su partido. Basta ver las declaraciones de su contendora, Carolina Tohá, para entender la resistencia que representa para algunas personas el PC, independientemente de los atributos de Jara.
Pero más allá de cuánto influyen en el elector los rasgos personales de un candidato o candidata, lo que sí es un hecho es que, en caso de que las encuestas vedadas en estos días acierten en sus proyecciones –se han difundido ampliamente con una huincha que dice “confidencial”–, José Antonio Kast (republicano) y Jeannette Jara (comunista) podrían ser los candidatos con más probabilidades de estar en la segunda vuelta.
Si eso ocurriera, significaría que Chile sigue siendo el mismo de estas últimas décadas marcadas por la polarización y la pérdida del centro. A los 17 años entre la dupla polar Bachelet-Piñera, les han seguido el estallido, dos plebiscitos –uno dominado por La Lista del Pueblo y el otro por Republicanos– y la elección entre Boric y JAK.
Hace cuatro años, muchos concurrieron a votar para que “no saliera el otro”, más que convencidos del candidato que marcaron en la urna. En un país amnésico como este, una eventual disputa entre JAK y Jara sería el corolario de este zigzagueo hacia los extremos que parece representar más bien una mirada ácida de una sociedad que idealiza un cambio radical y estructural de Chile.
Pero las primarias aún no están definidas, más allá de lo que digan las encuesta vedadas –algo bastante arcaico–. Primero hay que ver cuánta gente concurre a votar, lo que ya será una señal del interés o la apatía que despierta este proceso. Creo que mientras más ciudadanos voten el domingo próximo, más posibilidades tiene la candidata del Socialismo Democrático –ex Concertación– de quedarse con la elección. Recordemos que en 2021, cuando se impuso Boric, votaron 1.750.000 personas por el hoy oficialismo vs. el 1.343.000 que atrajo Chile Vamos.
Lo que sí es cierto es que, a partir del 30 de junio, comenzará a jugarse la segunda fase de esta larga campaña presidencial. Cómo se va a mover la derecha, dependerá de si Jara o Tohá se imponen en las primarias. Pero también comenzará la carrera con los independientes que logren juntar las firmas, los que también tendrán algo que decir y, por qué no, quizás alguno acierta un batatazo, como Harold Mayne-Nicholls, ME-O e, incluso, el propio Parisi, quienes tendrán la opción de posicionarse mejor en un escenario polarizado. Pero, bueno, ese análisis dejémoslo para una semana más.
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