Señor Director:
Con la madera usada cada año para energía en el mundo se podría construir un muro sólido de dos metros de alto por un metro de espesor, que diera 24 vueltas a la Tierra. El consumo anual de madera en Chile para el mismo propósito es de 12 millones de metros cúbicos sólidos, lo que permitiría construir un muro del mismo tipo un 40% más largo que nuestro país completo. Por otra parte, los bosques suministran aproximadamente el 40 por ciento de la energía renovable mundial en forma de dendrocombustible, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); esto equivale a la energía solar, la hidroeléctrica y la eólica juntas.
Lo anterior ilustra la magnitud del aporte de la madera como combustible en el mundo y en Chile, donde la leña y los biocombustibles sólidos satisfacen el 25% de nuestras necesidades energéticas, siendo utilizados especialmente para calefacción y cocina en el centro y sur de nuestro país. En ese contexto, resulta especialmente interesante la discusión del proyecto de ley de biocombustibles sólidos que se lleva a cabo en la Cámara de Diputados.
Al respecto, es de gran importancia avanzar en la regulación de la calidad de la leña y de otros biocombustibles sólidos, con el fin de promover su uso sustentable. Esto implica, por un lado, reducir el deterioro de los bosques a partir de los cuales se producen y, por otro, minimizar la emisión de material particulado que contribuye a la contaminación atmosférica urbana.
Esta iniciativa está en línea con los esfuerzos que otros países están haciendo para reducir los impactos negativos del uso ineficiente de la leña y los biocombustibles sólidos en general. Tal es el caso de Inglaterra, donde acaba de aprobarse una iniciativa legal que regula la calidad de la leña que se utiliza en áreas urbanas (Domestic Solid Fuels Standards) y que entrará en vigor el 1 de mayo próximo.
En este ámbito, se aprecia la necesidad de establecer un estándar obligatorio para la leña y otros biocombustibles que se comercialicen en Chile, en el cual se definan límites máximos de humedad y presencia de químicos, así como también que se cumpla con la legislación forestal vigente según la existencia de planes de manejo aprobados por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), y en general, que se promueva la formalización del mercado.
Considerando la precariedad en la que se encuentra el mercado de la leña y los biocombustibles sólidos en general, parece necesario que el proceso de regulación sea gradual y que la aplicación de la norma considere incentivos para que los actores del rubro puedan cumplir el estándar, ya que la sola aplicación de multas probablemente no logre movilizar las conductas de dichos actores en la dirección deseada.
Es de esperar que la discusión continúe y sea fructífera, para que Chile cuente en el más breve plazo con una ley que regule la utilización de combustibles tan importantes en nuestro país como la leña, el pellet y el carbón vegetal; y se establezcan mecanismos que apoyen tanto a productores como a comercializadores para que avancen en este necesario proceso de modernización.
Fernando Raga Castellanos
Director Ejecutivo
Instituto Forestal