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Responsabilidades y protocolos en la caída del avión Hércules

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Por: Eduardo Santos


Señor Director:

He revisado con mucha atención la vehemente nueva respuesta del Departamento Comunicacional de la Fach respecto de mis opiniones sobre las responsabilidades y los protocolos de mantenimiento en la caída del avión Hércules en su fatídico viaje a la Antártica.

Al respecto, me llama poderosamente la atención lo afirmado en relación a que la licitación para la reparación de los restantes aviones Hércules KC130H “fue efectuada por la Empresa Nacional de Aeronáutica Enaer y no por la Fuerza Aérea”, considerando que, de acuerdo al artículo 4° de la Ley N°18297 – Orgánica de la Empresa Nacional de Aeronáutica de Chile, su Directorio está constituido por el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y tres de sus oficiales generales activos, además de un representante del Presidente de la República y el Director Ejecutivo de la Empresa, que de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 7° de esta ley, “será un Oficial General de la Fuerza Aérea, en servicio activo o en retiro”. Es decir, aunque formalmente no es la Fach, según el artículo 3° de su ley, claramente Enaer es su brazo ejecutor para “diseñar, construir, fabricar, comercializar, vender, mantener, reparar y transformar cualquier clase de aeronaves…”. Creo que con esta declaración el señor coronel Claudio Alcázar parece “dispararse en sus pies”.

Por otra parte, en su carta la Fach señala que “todas las aeronaves militares y civiles pueden operar por decenios”, lo cual comparto plenamente, si distinguimos entre una aeronave antigua de otra vieja, que es aquella que no ha sido adecuadamente mantenida y modernizada durante sus muchos años de operación y que parece ser el caso de este avión caído, según se puede inferir del informe de la “National Transportation Safety Board – Aviation Accident Final Report” sobre el conocido accidente del avión Hércules C-130A- matrícula N130HP, el 17 de junio de 2002, al que se le rompió el ala derecha en una operación de extinción de un incendio forestal, en que se concluye que la frecuencia de inspección y los protocolos de mantenimiento “deben ser ajustados para los requerimientos de cada operador”, que en este caso fue la Infantería de Marina y no según “lo normado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos”, para un muy diferente ambiente de operación y corrosión.

Al leer esta nueva respuesta de la Fach, cada vez me convenzo más que fue una falla estructural debida a un mantenimiento insuficiente para las condiciones de operación previa la que provocó la caída y así resulta totalmente insuficiente e inaceptable lo señalado en el reciente comunicado de la Fach que, después de dos años de investigación, solo fue capaz de concluir que “no se pudo determinar que el accidente haya sido producto de una operación de la tripulación de vuelo o de apoyo, por condiciones de aeronavegabilidad de la aeronave, por la carga que se trasladaba o por condiciones meteorológicas”.

Llegó el momento de no continuar con explicaciones cada vez menos creíbles y asumir las necesarias responsabilidades institucionales que permitan terminar este calvario de los familiares y amigos de las víctimas, para iniciar el cierre de este largo duelo. Invito a nuestra Fuerza Aérea de Chile a responder a la altura de su historia, tal como lo ejemplifica la descripción de los recientes hitos de ayuda a la comunidad.

Eduardo Santos, Ingeniero Civil

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