«Incertidurdiembre»
Señor Director:
No es sólo un juego de palabras. Apostamos, el próximo domingo, entre la duda que amenaza, que promete y amedrenta, que sencillamente nada nos anima ni convence… o la más tranquilizadora esperanza que podríamos simbolizar en ese conjunto de hilos que se colocan en el telar paralelamente unos a otros para formar una tela, un tejido, sí, un tejido ¿por qué no social? El mismo que tanta falta nos hace, que nos aglutine y reconcilie a falta de una clase política profesional, debidamente preocupada de la magnitud de los problemas del país, que proyecte hacia el futuro.
Es ya apremiante y decisivo urdir, o intentar al menos hacerlo, con esmero y dedicación, el nuevo país que podríamos tejer si aceptamos la invitación de la urdiembre y logramos espantar la incertidumbre invalidante.
A mis 85 años, no necesito certificado de lucidez, tengo mi pase de movilidad, me muevo gustosamente entre metáforas reveladoras y me siento capaz de aportar por una mejor convivencia, por el derecho de vivir en paz y en fin, por hacer más hermoso aún este Chile que no merece continuar con la disparatada teleserie de combos vienen y combos van, en una riña de interminables rounds en la que todos pierden o más claro aún, nadie gana. ¿Seremos capaces de elegir entre el fanatismo, la desvergüenza y la desfachatez de algunos y el sentido común, la integridad y confiabilidad de otros?
Cada cual sabrá valorar la enorme responsabilidad que le corresponde al emitir su voto, pensar qué pais estaremos diseñando idealmente en armonía con los frutos del arduo trabajo de los constituyentes que nos entregarán ciertamente renovadas y mejoradas reglas del quehacer democrático.
Hacernos cargo de la dificilísima tarea que le espera a quien nos gobierne, que deberá contar con la adecuada experiencia, gobernabilidad y equipo idóneo, competente y dispuesto a trabajar lealmente por levantar un país seriamente endeudado, con deudas no sólo económicas, la justicia social en descrédito total y sus instituciones (casi todas) por el suelo.
Dios lo quiera así y el electorado sacuda su incertidumbre y prefiera un emprendimiento factible y esperanzador como lo es la urdiembre, que por cierto utilizaremos todos quienes, con esmero y dedicación, anhelamos tejer un nuevo y amigable país.
Aníbal Wilson P.