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Publicidad sexista y publicidad edadista también

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Por: Patricio Ríos Segovia


Señor Director:

Felicito a Ud. la decisión editorial de dedicar un espacio informativo a la lucha de nuestra democracia contra la discriminación ejercida por uno de los medios más poderosos de la distorsión de la percepción del entorno: la publicidad. Me refiero al artículo que titulan “El fin de la publicidad sexista? El ambicioso proyecto del SERNAC contra la degradación de género” publicado ayer, 13 de septiembre del presente año.

El proyecto de ley sobre el cual informa el artículo combate las propuestas publicitarias en las que la mujer – su imagen, belleza o presencia- o el hombre aparezcan ilustrando directa o indirectamente algo propiamente femenino o masculino, vinculado “naturalmente” a alguna situación de desmedro o de vulnerabilidad. Textualmente el artículo cita que el proyecto de ley pretende limitar “la promoción o utilización de estereotipos que justifiquen o naturalicen relaciones de subordinación, desigualdad o discriminación, por razones de sexo, género u orientación sexual”.

Hoy el SERNAC carece de herramientas legales adecuadas para hacerse cargo de las personas que se sientan vulneradas por mensaje publicitarios que degraden su condición de género.

El vacío a subsanarse y que viene a llenar este proyecto de ley ,  sin embargo,  adquiere una intensidad intolerable cuando la publicidad maneja la categoría edad. Equivalentemente habría que hablar no solo de una publicidad sexista sino de una publicidad edadista, adjetivo de una relativa nueva circulación en nuestra lengua que refiere a la estereotipificación por edad que, con alguna frecuencia,  utiliza, entre otros códigos simbólicos, la publicidad. La edad es la categoría cultural que emerge con relativa relevancia a partir del siglo pasado a propósito del fenómeno demográfico conocido en América Latina como transición demográfica y que implicó que las sociedades del mundo vean aumentar la cantidad de personas mayores de una manera vertiginosa.

Hoy nuestro país navega con un segmento de 60 años y más, cercana al 20% de su población total. Asimismo,  las proyecciones demográficas existentes  estiman que en el año 2050, 1 de cada 4 chilenos/as tendrá 60 años o más. Desgraciadamente, esta transformación demográfica del país se está haciendo desde un conjunto de  factores desfavorables, entre los cuales cabe mencionar: i) un desconocimiento del potencial de las personas de edad junto a una neblina de prejuicios negativos sobre ellas instalada en la cultura dominante sin mayor resistencia; ii) una indiferencia y desatención de las instancias de poder respecto del proceso de envejecimiento estructural del país que limita con la desidia; iii) como consecuencia, entre otras, una exclusión importante de los viejos de las distintas dimensiones que implica el desarrollo del país.

Como podrá percibirse, apostar respecto de la posibilidad de terminar con el problema político de la  existencia de una publicidad sexista, a nivel de la cultura, poniendo un ladrillo más (el proyecto del SERNAC), después de la activación histórica de una conciencia colectiva sobre la dignidad de género resulta algo altamente más auspicioso que apostar  a que el problema político de una cultura edadista pueda revertirse desde el libreto negacionista de avanzar mirando para el lado.

 Patricio Ríos Segovia

Director de la Fundación Ciudadanías Múltiples

Integrante de Mayores para el Desarrollo

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