Señor director:
Un mes de julio sin precipitaciones y un inicio de agosto con ráfagas de viento que alcanzaron los 120 km/h en Santiago, junto a otros eventos extremos sucedidos en el último tiempo, nos deben hacer pensar en que algo está cambiando realmente en nuestro clima y entorno.
Las predicciones consensuadas de cientos de científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se están haciendo realidad y ya han comenzado a afectar a nuestra generación y de seguro a las futuras.
Frente a la incapacidad de las naciones de tomar acciones conjuntas de reducción de gases efecto invernadero por medio de un cambio radical en nuestro modelo de desarrollo y dado que nuestro país está en la lista de las naciones que serán más afectadas, nuestro camino es la adaptación.
Adaptarnos a las nuevas condiciones del clima será costoso en términos de nuestros recursos económicos, implicará romper con nuestros paradigmas de desarrollo social del pasado y necesitará de una acción de colaboración y generosidad desde lo local a lo global que no hemos experimentado como sociedad.
Necesitamos prepararnos con más urgencia aún que la actual. Los eventos que estamos viviendo ocurren en un marco de intensidad muy inferior frente a lo que se prevé para fines de este siglo donde nuestros hijos serán los protagonistas. Vienen vientos de cambio…pero de cambio climático y debemos actuar.
Marcelo D. Miranda
Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales
Center of Applied Ecology and Sustainability (CAPES)
Pontificia Universidad Católica de Chile