Señor Director,
A comienzos de la semana pasada, mediante la carta “El escándalo de Becas Chile”, el Profesor Patricio Saavedra demostró lo crucial que resulta la perspectiva desde donde se habla de este tema. Mediante fuertes acusaciones de una conducta interesada y abusiva de parte de los becarios que han puesto sobre la mesa la discusión sobre las condiciones de retribución, Patricio muestra no solo una temeraria ligereza para juzgar a sus colegas, sino además una lectura fuertemente individualista acerca de lo que el sistema de becas significa.
Desde mi perspectiva, una Beca Chile no es jamás un premio ni un subsidio para alcanzar metas personales, como sugiere Patricio en su carta, sino un mecanismo a través del cual el Estado de Chile financia el crecimiento y maduración de su sistema científico y tecnológico, la formación de investigadores en áreas donde la oferta nacional no se ha desarrollado aún, y la internacionalización de las redes de conocimiento de nuestro país. Lo que debiésemos esperar de sus mecanismos de asignación y retribución es maximizar el beneficio para Chile, la creación de valor público, y el retorno de la inversión. Es esta la razón por la cual becarios, exbecarios y las autoridades del Ministerio de Ciencias han sostenido por años un largo debate sobre el diseño que la retribución debe tener, no solamente desde Chile, sino eventualmente desde otros lugares, cuando haya oportunidades que permitan que se cumpla el requisito de crear el mayor valor público posible.
Es falso que el debate se trate de volver o no volver, o de cumplir o no cumplir compromisos individuales. Prueba de ello es que la mayoría de los becarios vuelve a Chile, igual que volvió Patricio Saavedra después de doctorarse en la Universidad de Sussex, y la tasa de cumplimiento de obligaciones es altísima comparado con cualquier ejecución de fondos públicos.
De lo que se trata el debate son las herramientas con que cuenta el Estado de Chile para aprovechar al máximo una inversión que lleva más de 15 años haciendo. Los gustitos personales como la carta a la que hago referencia, cuyas motivaciones de fondo me son desconocidas, no hacen sino distorsionar un debate necesario y enlentecer un proceso cuyo destino inevitable es el mejoramiento de una política pública con un enorme potencial globalizador persiste fuertemente subaprovechado.
Óscar Lazo Jerez
Research Fellow University College London,
Académico Universidad San Sebastián.