Señor director:
Preocupa la crisis de natalidad que vive Chile, donde este año, a partir de datos del INE, se estima cerrará en 150 mil nacimientos (veinte mil menos que en 2023), lo que nos sitúa entre los países del mundo con mayor reducción de nacidos. Sin embargo, poco se habla de los cerca de 131 mil niños que al año, según cifras de 2023, entran al Servicio de Protección Especializada por alguna vulneración de derechos. De ellos, quienes son separados de sus cuidadores por decisión de un Tribunal de Familia ingresan a programas de cuidado alternativo (lo que muchos recuerdan como el ex Sename), ya sea en residencias o en familias de acogida. Este último modelo -donde personas se abren a cuidar a niños de manera temporal, hasta que se defina si regresan con sus cuidadores o entran en proceso de adopción- se ha demostrado como la opción más favorable para garantizar el bienestar de las niñas y niños. Si bien el Servicio de Protección Especializada lidera el proceso, en esta tarea el Estado requiere de muchos colaboradores, entre ellos fundaciones y corporaciones -que suman solo 20 a nivel país e implementan 111 programas- los que acompañan las distintas etapas del proceso de acogimiento: desde guiar a las familias interesadas, acompañarlas durante el proceso de cuidado y también en el momento donde deben entregar al niño o niña.
Los años de experiencia han generado buenas prácticas que, por temas de tiempo, recursos y logística, muchas organizaciones no pueden compartir. Sin embargo, en los últimos 10 meses, cinco fundaciones que trabajan en cuidados alternativos sistematizaron su saber y generaron un manual -llamado Caja de Herramientas en Buenas Prácticas de Acogimiento Familiar, disponible en alianzafae.cl- con el fin de compartir su conocimiento con diversos actores que trabajan en el tema. Este proceso ha sido clave para construir un sistema de protección especial que tenga en cuenta las necesidades emocionales y psicológicas de las niñas y niños, y que brinde un entorno seguro y adecuado para su desarrollo, con miras a la mejora en calidad y efectividad de estos programas. Y aunque suenan simples -una de las buenas prácticas compartidas es, por ejemplo, pesquisar que los correos que escriben personas interesadas en ser familias de acogida a las organizaciones sean respondidos- en la práctica son clave y su implementación de manera constante ha tenido resultados: para hacerse una idea, en la región de Tarapacá, mientras el año pasado se inscribieron sólo 2 personas interesadas, gracias al seguimiento y entrega de información a familias, este año el número aumentó a 48. En un área donde las noticias suelen ser duras y complejas, el lanzamiento de esta caja de herramientas merece ser reconocida por la generosidad de equipos decididos a compartir un conocimiento que, finalmente, lo que tiene en el corazón es el interés superior de niñas y niños que están bajo el sistema de protección del Estado.
Alianza por el Acogimiento Familiar
Rafael Rodríguez, gerente de Desarrollo Fundación San Carlos de Maipo
Francisca Reutter, directora ejecutiva de Fundación Ilumina
Arturo Celedón, director ejecutivo de Fundación Colunga