Señor director:
Es con profunda tristeza que he observado un conjunto de situaciones en las pasadas semanas con respecto a la migración en Chile, en particular respecto a migración venezolana. Hechos como la violenta agresión de una pasajera a un conductor de Uber, o un video viral en tik tok que muestre que la respuesta de una niña, apoyada por sus padres, a cómo apoyar a un migrante que extraña su tierra es devolverlo no tiene cabida en un país que quiere estar a la vanguardia.
Tampoco la forma en la que se pudieron a la venta entradas para el reciente juego Chile-Venezuela, y la reciente aprobación unánime de la Cámara de Diputados de un proyecto de ley que permitiría la expulsión de migrantes por “ruidos molestos” son ejemplos de un país inclusivo, lo que debería llenarnos de profunda preocupación. Sin embargo, desde toda la clase política no existe nada más que silencio.
Como hija de chilenos que migraron a Venezuela en busca de refugio, no puedo dejar de preguntarme todos los días ¿cómo llegamos a esto? ¿Cuándo y cómo murió la empatía con quienes comparten una historia de búsqueda de refugio a causa de sistemáticas violaciones a los derechos humanos? ¿Dónde se perdió el “verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero? Si bien la integración es en primer lugar responsabilidad de quien llega al país, también es responsabilidad del Estado.
Es responsabilidad de todos quienes hacen y ejercen la política el proteger a quienes llegan a nuestro país y hacerlo en una forma que no vaya en desmedro de quienes son nacionales. Es tiempo de que la élite política lidere con el ejemplo, sin populismo, desde la política pública basada en evidencia para promover la integración. Es tiempo de que pongamos un alto a la xenofobia. Es tiempo de que pongamos de nuestra parte para promover la integración.
Claudia González Vásquez