Señor director:
Quisiera aportar algunas reflexiones críticas sobre el sistema de retribución asociado al programa Becas Chile, en respuesta a las recientes discusiones públicas al respecto.
En primer lugar, es importante señalar que actualmente no existe un sistema formal ni operativo de retribución. En este contexto, calificar al “sistema actual” como “no óptimo” resulta inexacto, ya que la retribución no ha sido formalizada ni implementada de manera estructurada. Esta ausencia representa una oportunidad estratégica para co-construir, entre becarios/as y autoridades, un sistema efectivo, con indicadores claros y cuantificables, que garantice un impacto tangible en el desarrollo nacional.
En segundo lugar, limitar la retribución al ámbito académico es insuficiente y reduccionista. Si bien muchos/as becarios/as han optado por trayectorias académicas, otros/as podrían generar un impacto significativo desde la industria, el sector público o incluso en emprendimientos alineados con los objetivos estratégicos definidos por el país. Además, la inserción laboral, por sí sola, no debería considerarse retribución efectiva. Es imperativo diseñar métricas específicas que midan las contribuciones concretas, tanto en términos de transferencia de conocimientos como en generación de valor.
La demanda de los/as becarios/as no se centra en evitar la retribución, como algunos sugieren. Más bien, busca contribuir al diseño de un sistema de retribución funcional y medible, que trascienda la obligación de residir en Chile durante un tiempo definido. Estas propuestas no implican una renuncia al compromiso de retribuir, sino un esfuerzo por asegurar que la retribución sea efectiva, relevante y sostenible.
Adicionalmente, es fundamental desmitificar la idea de que residir en el extranjero constituye una elección más sencilla o cómoda que regresar a Chile. Permanecer en el extranjero a menudo implica superar barreras administrativas significativas, como obtener permisos de residencia, frecuentemente vinculados a contratos laborales o institucionales. En cambio, retornar a Chile no exige más que la disposición de hacerlo, con costos de traslado incluso cubiertos por ANID. Por lo tanto, sugerir que retribuir desde el extranjero equivale a evadir obligaciones refleja una comprensión limitada de las complejidades asociadas a la movilidad internacional.
Finalmente, establecer un sistema basado en “excepciones” resulta problemático. Un enfoque de esta naturaleza introduce riesgos de arbitrariedad e irregularidades, minando la credibilidad del programa. En su lugar, se requiere un sistema estructurado, normado y transparente, con indicadores de impacto retroactivos y prospectivos. Cabe destacar que los/as beneficiarios/as de Becas Chile ya han cumplido con rigurosos estándares de excelencia al ser aceptados/as en universidades de prestigio internacional, ubicadas consistentemente en los principales rankings globales.
En conclusión, es crucial avanzar hacia un sistema de retribución que reconozca y potencie las diversas capacidades de los/as becarios/as, al mismo tiempo que maximice el retorno de la inversión pública en la formación de capital humano avanzado.
Atentamente,
Pedro Pablo de la Barra Luegmayer
Investigador Universidad Tecnológica de Delft, Países Bajos.