Señor director:
Llega fin de año y empiezan las celebraciones. De hecho, para muchas personas, diciembre es uno de los mejores meses del año. Sin embargo, lamentablemente el pasar un rato entretenido con los seres queridos, en muchas oportunidades, está asociado a consumo desregulado de alcohol.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó que los adolescentes son el grupo de mayor consumo en el país: el 57,8% de los chilenos de entre 15 y 19 años se considera a si mismo como bebedor recurrente y, de ellos, al menos 1 de 4 personas (28%) ha experimentado algún evento de alta ingesta de alcohol. Esto dista mucho de las distintas realidades de otros países de la región. Las cifras de bebedores recurrentes en Chile doblan a las de Colombia y Venezuela, igualan las de Argentina y Canadá, y solo son superadas por Estados Unidos. Según el Servicio Nacional de Prevención y Tratamiento del consumo de Alcohol y Drogas, SENDA, el 80% de los mayores de 12 años reconoce haber consumido alcohol alguna vez durante su vida, y los jóvenes de entre 15 y 24 años beben en promedio 8 tragos cada día de consumo.
Sin embargo, el problema que se observa en el comportamiento de nuestros adolescentes, no es culpa de ellos. Como padres, madres o adultos, la responsabilidad es nuestra. La percepción de riesgo debe estar primero posicionada en los adultos, dado que los adolescentes carecen del desarrollo cerebral para ponderar los riesgos a los que se exponen con este consumo. De hecho, un estudio de Aprocor junto a Cadem, que midió el consumo de bebidas alcohólicas en septiembre, evidenció que para los niños es fácil acceder al alcohol gracias, en mayor parte, a un adulto que se los consigue. Esto no puede ser.
Pese al avance en leyes y controles, somos nosotros los que realmente podemos hacer un cambio. Como padres y cuidadores debemos involucrarnos en lo que hacen nuestros hijos, tender puentes. Y para hacerlo tenemos oferta que permite apoyar la crianza, por ejemplo, “Familias Unidas”, de la Universidad de Miami e implementado en Chile por Fundación San Carlos de Maipo. Los padres, madres y cuidadores con adolescentes a cargo, que participaron de este programa como familia, logran que sus adolescentes tengan 6 veces menos probabilidad de consumo problemático de alcohol, comparado con adolescentes de padres que no han participado.
Hoy se hace fundamental impulsar una Agenda Temprana de Prevención Social que actúe antes, para que los factores de riesgo no se materialicen en conductas dañinas para el desarrollo de la niñez. Sólo nosotros podemos hacer un cambio. Los adultos somos quienes debemos velar por el desarrollo positivo de nuestros niños.
Raúl Perry,
gerente de programas de Fundación San Carlos de Maipo