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Reflexión sobre los prejuicios sociales y la inclusión: el caso de Benjamín Rivas

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Por: Alejandro Rodolfo Cortés Valenzuela


Señor director:
Me dirijo a usted para compartir mi opinión sobre un caso que merece tanto reconocimiento como reflexión: el de Benjamín Rivas, joven de la comuna de Curanilahue, quien logró obtener un puntaje nacional en Matemáticas en la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) a pesar de vivir con parálisis cerebral. Este logro no solo refleja su esfuerzo y capacidad, sino que también nos desafía a cuestionar los prejuicios que como sociedad mantenemos hacia las personas con esta condición.
Es imprescindible comprender que la parálisis cerebral y la discapacidad intelectual son condiciones distintas, aunque en algunos casos puedan coincidir. La parálisis cerebral es un trastorno neurológico que afecta principalmente el control del movimiento y la postura, pero no necesariamente las capacidades intelectuales. De hecho, muchas personas con parálisis cerebral poseen un desarrollo cognitivo completamente normal. Por otro lado, la discapacidad intelectual se relaciona con limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en las habilidades adaptativas. Diferenciar ambas condiciones no solo es crucial para evitar confusiones, sino también para erradicar los estigmas que, lamentablemente, suelen convertirse en la mayor barrera que enfrentan las personas en nuestro país.
El caso de Benjamín es un recordatorio poderoso de que las verdaderas limitaciones no radican en las condiciones físicas o cognitivas de las personas, sino en las barreras que la sociedad impone a través del desconocimiento y los prejuicios. Su logro académico debería inspirarnos a replantear nuestras concepciones y a avanzar hacia una inclusión genuina, basada en el respeto por la individualidad y el potencial único de cada persona.
En Chile, aún queda un largo camino por recorrer en términos de educación inclusiva y de la construcción de una sociedad que valore las capacidades de todos sus miembros, sin reducirlos a diagnósticos o etiquetas. Historias como la de Benjamín no solo nos llenan de orgullo, sino que también nos interpelan a reflexionar profundamente y a comprometernos con la generación de espacios donde cada individuo pueda desarrollarse plenamente, libre de las barreras impuestas por el desconocimiento o el temor.
Agradezco el espacio para expresar esta reflexión y espero que casos como este nos impulsen a trabajar por una sociedad más inclusiva, justa y respetuosa de la diversidad.

Alejandro Rodolfo Cortés Valenzuela

Profesional de Atención a la Diversidad  – Área Aprendizajes para el siglo XXI – MINEDUC

Educador diferencial –  Psicopedagogo.

RM –  Santiago.

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