La crisis de valores y su impacto en la naturaleza
En un mundo donde nos consideramos la especie dominante, a veces parece que nos esforzamos por demostrar lo contrario. Nuestra relación con el entorno y las criaturas que lo habitan deja mucho que desear. Si bien la evolución humana nos ha llevado a ser los máximos responsables del planeta, nuestra conducta muestra una desconexión alarmante con los principios básicos de respeto y responsabilidad hacia la naturaleza. Específicamente, dos recientes hechos en Chile—un brutal ataque a un lobo marino en Carahue y el uso irresponsable de químicos en el Parque Nacional Radal Siete Tazas—son un claro reflejo de cómo la humanidad está, lamentablemente, fallando en sus deberes de protección y conservación.
Es imperativo que, además de aumentar la conciencia pública sobre la importancia de la educación ambiental, las autoridades responsables impongan sanciones más severas a quienes cometen estos actos de violencia y negligencia. La protección de nuestra fauna y nuestros recursos naturales debe ser una prioridad nacional, y no basta con palabras; las leyes deben tener dientes y ser aplicadas con rigor. Solo así podremos empezar a mostrar que, como especie, realmente merecemos nuestro título de “dominantes”.