Valparaíso, la joya olvidada del Pacífico
Señor director:
Valparaíso, la joya del Pacífico, hoy no es más que una joya olvidada, sucia y abandonada de la mano de Dios.
La suciedad se ha convertido en parte del paisaje. Recorre las calles como si tuviera vida propia, y se instala con impunidad. Las paredes de edificios emblemáticos están marcadas por orina, el Hospital Van Buren se encuentra en un estado deplorable, sin insumos, sin presupuesto suficiente y con la amenaza constante de plagas de ratones. Los ascensores y funiculares —símbolos del patrimonio porteño— sobreviven como pueden, con apenas un puñado aún en funcionamiento. El Mercado El Cardonal, que alguna vez fue centro vital de la ciudad, hoy no es más que una sombra desgastada.
Los perros callejeros, heridos y abandonados, caminan sin rumbo, como reflejo del mismo puerto que los alberga: una ciudad herida, dejada a su suerte. Valparaíso, declarado Patrimonio de la Humanidad, es hoy testimonio de una decadencia patrimonial que no supimos evitar, y que seguimos profundizando con nuestra indiferencia.
Podría seguir detallando aspectos que enlutan a Valparaíso, pero todos confluyen en una misma verdad: las pésimas administraciones que este querido puerto ha debido soportar. Gobiernos locales que han confundido abandono con autonomía y que han permitido que esta ciudad histórica se consuma en la decadencia.
Valparaíso merece más. Merece cuidado, gestión y respeto.
Psicólogo Clínico