El trabajo contra el medioambiente
Señor Director,
Chile ha sido un ejemplo en materias de regulación medioambiental y desarrollo de energías alternativas para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad en el cono sur, aunque se deba reconocer que aún le queda por mejorar significativamente algunas cuestiones de gestión y fallo de los permisos. Sin embargo, el informe de barreras para la “liberación” estadounidense esgrimido por la actual administración Trump, entre otras cosas, castiga las tramitaciones ambientales chilenas ante inversores norteamericanos. Este es un pequeño ejemplo de cómo el movimiento argumentativo “trabajo por sobre el medio ambiente” se está consolidando como un relato “válido”. Este argumento no es desconocido, ya había sido defendido durante los primeros gobiernos de la nueva derecha desde los años 2010 como Bolsonaro, el primer Trump y Milei, pero no había surtido gran efecto en Chile. Es una oposición conveniente y preocupante, pues afirma que las regulaciones medioambientales empobrecen, van contra el desarrollo de la industria y, por tanto, de la calidad de vida de las personas, lo que, en realidad, no solo es falso, sino que revela un desentendimiento político de las consecuencias reales e irreversibles que puede tener la industria desregularizada en merma de los ciudadanos. En Chile, según datos del PNUD e investigaciones propias de la Universidad de Concepción sobre el discurso del Cambio climático, los ciudadanos y los medios reafirman constantemente la importancia de considerar los efectos medioambientales por sus profundas consecuencias hacia la escasez de recursos, la rica biodiversidad que habitan nuestros suelos y la rutina de los chilenos. Según se puede ver en el nuevo panorama geopolítico, es seguro que este tipo de argumentos comenzarán a pregonarse en la política chilena de cara a una nueva elección presidencial. Estos son argumentos que deben desmontarse y ser combatidos de inmediato. No podemos darnos el lujo de sacrificar nuestros humedales, lagunas o aire, que dan vida a nuestras ciudades, por un par de monedas.
Benjamín Muñoz Mundaca
Profesor de Español