Respuesta a carta “Convivencia entre chilenos y migrantes”
Señor director:
El día 11 de abril fue publicada una carta por parte del Servicio Jesuita de Migrantes y Red Clamor Chile quienes se mostraban preocupados por la creciente distancia que han tomado los chilenos con respecto a los migrantes en temas de convivencia.
Si bien es entendible su preocupación, es necesario recordar que esta situación no era así hace unos 10 años ¿Por qué esta percepción ha cambiado?
Muchos aquejan esto al sensacionalismo de la prensa o el constante uso de los matinales para mostrar fiscalizaciones donde migrantes son mostrados cometiendo infracciones. Aunque estoy de acuerdo con eso, también es necesario recordar que la tasa de criminalidad y delitos cometidos por migrantes ha aumentado de manera exponencial. No es sensacionalismo, es realidad y para eso están las estadísticas: Migrantes tienen una tasa de criminalidad 2 veces mayor al de los chilenos (Paz Ciudadana). El chileno, en ese sentido, ha empezado a tener temor con respecto a quienes ingresan al país, especialmente de manera irregular.
Ahora bien, no solo pasa en materia de delitos, también en convivencia. No todos los países son iguales y no todos poseen las mismas costumbres. En algunos países hacer ruidos y fiesta a toda hora es símbolo de felicidad, en Chile es símbolo de mala costumbre, incivilidad. Parte de la buena convivencia viene del respeto mutuo, situación que no está ocurriendo.
Es completamente entendible que exista una buena convivencia para que se logre una paz social, pero al mismo tiempo es necesario entender que una buena convivencia requiere de una adaptación por las costumbres al país donde uno migra. Si no ocurre eso esa convivencia es imposible.
Por ultimo, es bastante normal que ante una ola migratoria masiva como la que tuvo Chile recientemente (especialmente en pandemia) pueda provocar este tipo de problemas sociales, ya que ningún país puede aguantar un cambio social tan brusco. Pasar de un 2% a un 10% de población migrante en cuestión de 4 o 5 años genera consecuencias sociales como las que ocurre, y en eso hay un alto grado de responsabilidad no sólo del Estado, también de los actores de la sociedad civil que tienden a promover olas migratorias sin control y sin entender las consecuencias que provocan estos movimientos tan bruscos desde lo cultural, social, económico, urbanístico e incluso político.
Javier Valdivieso, Licenciado en Ciencias Sociales UC