Permitido circular sin patente
Señor director:
No es sorpresa para nadie afirmar que un número importante de vehículos ocultan o alteran la patente, o simplemente circulan sin ella por las calles de Santiago para evadir controles por cámara y pagos en las autopistas urbanas.
Las cifras que manejan las concesionarias dan cuenta que más de 15.000 vehículos circulan diariamente sin patente, teniéndola oculta o adulterada.
La creatividad para lograr ese objetivo no tiene límites. Luces, barro, mascarillas, borrado de números y letras, son algunas de las prácticas más comunes y en ello destacan los vehículos de carga.
La sorpresa comienza cuando se advierte que en muchos casos los vehículos son camiones que prestan servicios a obras del Estado en todas sus escalas. No es extraño verlos saliendo de las faenas de construcción de las nuevas líneas de Metro, reparaciones o mejoramiento de calzadas, construcción de nuevos espacios públicos, en fin, obras que suponíamos que son gestionadas, administradas y a la vez controladas por la misma institucionalidad responsable de hacer cumplir las leyes.
Tampoco el mundo privado está libre de esta responsabilidad. Se ha hecho habitual observar que camiones que proveen productos o materia prima a grandes empresas o supermercados circulen faltando a la normativa, en las mismas condiciones descritas. Y desde esa perspectiva, lo que queda en evidencia es una falta de disposición a exigir una calidad mínima de servicio, como política de responsabilidad empresarial.
Ni hablar del nulo autocontrol por parte de las grandes empresas de servicio de delivery.
La legislación en esta materia ha avanzado correctamente al endurecer las penas por circular en forma irregular por las calles de la ciudad, sin embargo, se convierte en letra muerta si es que cada funcionario público, cada empresa, cada persona no exigimos estándares mínimos de servicio o al menos, que se cumpla la ley.
Es un hecho que el éxito de la ley que prohibió fumar en recintos cerrados se debe principalmente a que la gran mayoría no tenemos reparos en exigir su cumplimiento, más allá del rol que cada cual tiene en la sociedad. ¿Por qué en este caso no actuamos de la misma forma?
Nicolás Viteri G.
Arquitecto, Universidad de Chile