Las motivaciones para impulsar dicho cambio de sistema no están del todo claras. Hasta el minuto los partidos que impulsan esta segunda vuelta no han denunciado problemas de gobernabilidad local o, diferencias en la gestión municipal entre alcaldes con más o menos porcentaje de votos. De esta forma, las motivaciones van por otro lado, pues no se conocen estudios serios que avalen que exista una relación entre porcentaje de votos de electividad y gestión local. Nada.
Agregar una segunda vuelta para las elecciones a alcalde, si es por antecedentes electorales, estos no abalan un cambio legal de esta magnitud, pues existiendo primarias para alcalde, resulta casi incompresible agregar un tercer paso electoral, en el cual la ciudadanía deba expresarse para dirimir entre los dos candidatos mayoritarios, iniciativa impulsada por el Frente Amplio, la DC y otros parlamentarios independientes.
¿Qué dicen los números? Que el 2016 solo 111 comunas de 345, es decir un 32% de todo el país eligió a su alcalde con menos del 50% de los votos. Dicho de otra forma, 234 comunas dirimieron en primera vuelta a su nuevo edil. Es más, si tomamos como referencia el umbral electoral -al menos un 40% para ser electo- para la próxima elección de gobernadores regionales, las comunas se reducen a 29, o sea, sólo un 8,4% de todo Chile. Tal vez la adecuación va más por ahí.
Las motivaciones para impulsar dicho cambio de sistema no están del todo claras. Hasta el minuto los partidos que impulsan esta segunda vuelta no han denunciado problemas de gobernabilidad local o, diferencias en la gestión municipal entre alcaldes con más o menos porcentaje de votos. De esta forma, las motivaciones van por otro lado, pues no se conocen estudios serios que avalen que exista una relación entre porcentaje de votos de electividad y gestión local. Nada.
[cita tipo=»destaque»]Los más motivados a impulsar el balotaje para alcaldes, son aquellos pactos minoritarios o partidos inspirados en el camino propio y, que suelen ser los más damnificados en una primaria de pacto mayor. De esta forma, esta propuesta apunta idealmente a acuerdos fríos y distantes, del tipo “no queda otra alternativa que apoyarse mutuamente, por la democracia y por el bien del país”.[/cita]
¿No será que algunos partidos solo buscan que el sistema electoral les resuelva un problema de alianzas? O dicho de otra manera, ¿qué algunos partidos eludan verse mezclados con otros de “menor prestigio” político? Lo que sí está claro, es que los pactos instrumentales, a veces, generan pérdidas de reputación pero también ganancias en electividad. Una cosa por otra.
De las 111 comunas que el 2016 obtuvieron alcalde con menos del 50%, a nivel de pactos fue absolutamente pareja la ecuación: tanto la ex Nueva Mayoría, como Chile Vamos y las candidaturas independientes eligieron un 32% de su alcalde bajo este umbral.
El problema surge cuando se hace el cálculo por partido y en estos escenarios algunos pierden más que otros. Por ejemplo el PC de sus tres alcaldes militantes electos el 2016, dos estuvieron bajo el 50% o el PPD, que, de sus 26 electos (solo se cuentan militantes) catorce no llegan al 50%. En estos dos casos, tendrían que participar en un balotaje con el riesgo que esto significa. Heraldo Muñoz sabe que es un riesgo.
Sin embargo a los independientes de la ex Nueva Mayoría, al PS y al PRSD les sería útil tener una segunda vuelta, pues lo que arriesgan es muy poco en comparación a lo que podrían ganar otros. En cambio para la DC, solo podría ser ganancia, dado que podrían ir por el camino propio hasta el final y luego pedir ayuda o darla.
Para el caso de RN y la UDI, no obstante que solo se exponen a balotaje en un 32% total, es una aventura. Competir en una segunda vuelta en esos 47 municipios bajo el 50% -incluidos Maipú, Santiago o Ñuñoa- es bastante incierto el escenario final, pues la tentación de unir a todos en contra “de”, siempre será atractivo para la segunda mayoría.
Si es por espíritu democrático, hay que perfeccionar la Ley de Primarias y hacerla obligatoria para los pactos donde existen más de una opción comunal, no como lo que ocurrió el 2016, donde solo se hicieron en aquellos lugares que a nadie le importaban.
En conclusión, los más motivados a impulsar el balotaje para alcaldes, son aquellos pactos minoritarios o partidos inspirados en el camino propio y, que suelen ser los más damnificados en una primaria de pacto mayor. De esta forma, esta propuesta apunta idealmente a acuerdos fríos y distantes, del tipo “no queda otra alternativa que apoyarse mutuamente, por la democracia y por el bien del país”.