Esta verdadera maratón legislativa tendrá su primera prueba de fuego hoy mismo, cuando a las 17:00 horas se inicié la votación en Sala de Aula Segura o Democrática, pese a que su nombre oficial es de Convivencia Escolar. El Ejecutivo ya logró zanjar el trámite en la Comisión de Educación, y se proyecta que será aprobada, aunque, claro, constituirá una buena oportunidad para ver cómo se mueven los distintos partidos, en especial los de oposición. Es un hecho que la Democracia Cristiana lo apoyará, lo mismo que la mayoría de los diputados PPD, PS y PR. La principal duda está en el Frente Amplio. El conglomerado ha tenido un año 2018 para el olvido y debería ser capaz de mostrar una posición común –al menos en el relato– y hacer valer el contar con 20 diputados en una Cámara sin mayorías, pese a lo difícil que sería votar en contra de un proyecto “políticamente correcto”. Nadie en la oposición podrá negar que La Moneda se anotó un gol con esta iniciativa, al menos en lo público, porque su impacto real es muy poco significativo.
El Gobierno no parece tener puntos intermedios. Luego de la polémica por la llamada “sequía legislativa” – concepto acuñado por el presidente del Senado al evaluar los primeros cien días de la administración del Presidente Piñera–, lo cierto es que, solo en un par de semanas, La Moneda ha anunciado un conjunto significativo de proyectos para ser tramitados en el Congreso, algunos de ellos considerados como “fundamentales” para esta administración, como las reformas Tributaria, Laboral y de Pensiones. Incluso, se dio a conocer el «tráiler» de la modificación al sistema de Isapres –fin a las preexistencias–, aunque, según el ministro Santelices, no podría implementarse antes de cinco o seis años. Es decir, en términos circenses, vendría a ser algo así como la cachetada del payaso.
Como si fuera poco, se anunció discusión inmediata para los que fueron ingresados en el último trimestre, como Aula Segura, Ley de Migraciones y aumento de la subvención del Sename. Por lo visto, les espera arduo trabajo a nuestros parlamentarios antes de salir por dos meses de vacaciones.
Esta verdadera maratón legislativa tendrá su primera prueba de fuego hoy mismo, cuando a las 17:00 horas se inicié la votación en Sala de Aula Segura o Democrática, pese a que su nombre oficial es de Convivencia Escolar. El Ejecutivo ya logró zanjar el trámite en la Comisión de Educación, y se proyecta que será aprobada, aunque, claro, constituirá una buena oportunidad para ver cómo se mueven los distintos partidos, en especial los de oposición. Es un hecho que la Democracia Cristiana lo apoyará, lo mismo que la mayoría de los diputados PPD, PS y PR. La principal duda está en el Frente Amplio.
El conglomerado ha tenido un año 2018 para el olvido y debería ser capaz de mostrar una posición común –al menos en el relato– y hacer valer el contar con 20 diputados en una Cámara sin mayorías, pese a lo difícil que sería votar en contra de un proyecto “políticamente correcto”. Nadie en la oposición podrá negar que La Moneda se anotó un gol con esta iniciativa, al menos en lo público, porque su impacto real es muy poco significativo.
[cita tipo=»destaque»]Respecto de los proyectos “fundamentales”, la tríada Tributaria-Pensiones y Laboral es la más compleja. La primera señal es que el Ejecutivo quiere ir avanzando en secuencia, algo que el propio senador Andrés Allamand ha criticado. Estoy completamente de acuerdo con él, además de que estas iniciativas están íntimamente vinculadas –cualquier pieza que muevo en este ajedrez repercute en todo el tablero–, es una oportunidad para establecer una negociación más global que permita una suerte de acuerdo macro. Si el Gobierno intenta establecer negociaciones individuales y pretende entregar caramelos a distintos grupos para sortear su falta de mayoría en ambas Cámaras, de seguro fracasará.[/cita]
Pero lo que no ha cambiado nada es el discurso, a estas alturas majadero, del Gobierno. De hecho, la ministra Cecilia Pérez volvió a tratar de obstruccionista a la oposición. Este abuso en el tono, que suele tener la vocera cuando se refiere a los partidos que no están en su vereda, así como sus constantes emplazamientos, contribuyen poco a generar un clima propicio para la tramitación de proyectos que sí o sí requieren del entendimiento de otros sectores.
Y si el camino es pedregoso –e incierto–, ¿por qué La Moneda optó por esta ruta? Primero, porque hoy existe una ventana política que le permite avanzar sin ningún proceso electoral en el horizonte, lo cual saca presión a las tentaciones oportunistas de algunos candidatos. Segundo, porque la oposición sigue desorientada y debilitada, pese a que empieza a tener los primeros signos de vida, en particular gracias al nacimiento de la Convergencia Progresista. Y tercero, porque, una vez más, el Gobierno tiene una obsesión por manejar la agenda pública y política y, de paso, dejar atrás una mala racha que no ha terminado del todo.
Sin ir más lejos, los números económicos y de percepción pública han tendido a decaer sostenidamente, estabilizándose en la peligrosa curva en que la desaprobación es mayor o igual a la aprobación, sumado esto a la mala fortuna en eventos que se han desarrollado de la mano de un componente negativo, como es el caso Palma Salamanca. Aunque el Gobierno no tenga nada que ver en el otorgamiento de la calidad de refugiado, la noticia quedó teñida del descubrimiento –si no nadie se entera– de que llevamos largos ocho meses sin embajador en la capital francesa.
Respecto de los proyectos “fundamentales”, la tríada Tributaria-Pensiones y Laboral es la más compleja. La primera señal es que el Ejecutivo quiere ir avanzando en secuencia, algo que el propio senador Andrés Allamand ha criticado. Estoy completamente de acuerdo con él, además de que estas iniciativas están íntimamente vinculadas –cualquier pieza que muevo en este ajedrez repercute en todo el tablero–, es una oportunidad para establecer una negociación más global que permita una suerte de acuerdo macro. Si el Gobierno intenta establecer negociaciones individuales y pretende entregar caramelos a distintos grupos para sortear su falta de mayoría en ambas Cámaras, de seguro fracasará.
Por ahora, el ánimo que se observa en la oposición es que se está buscando tener una postura común frente a esta tríada. Como señalamos antes, la principal duda está en la posición que tomará la DC. Mal que mal, la postura del ahora famoso diputado Mario Venegas –un desconocido hasta antes de su voto en la Comisión de Educación– dejó un manto de sospechas acerca de qué negociaciones pueden haber existido entre la falange y el Ejecutivo, a lo que se suma que el partido se reunió con Ciudadanos para consensuar posiciones en el proyecto de Pensiones, una curiosidad, considerando que la agrupación de Velasco no tiene parlamentarios y que la DC no ha establecido conversaciones en estos ámbitos con la ex Nueva Mayoría.
Vamos a ver si el Gobierno se juega la carta de buscar consensos o intentar quebrar al rival en cada proyecto. Sea cual sea el resultado, la estrategia de inundar el Congreso de iniciativas no tiene ninguna diferencia con lo que hizo en su momento Michelle Bachelet, lo que fue duramente criticado por el hoy oficialismo. Antes se llamaron “estructurales”; hoy, “fundamentales”. Las temáticas –con la excepción de Educación– también son casi idénticas: Tributaria, Laboral y Pensiones. Las diferencias entre ambos mandatarios es que este año se quiere corregir lo que se aprobó el año pasado y que Bachelet contaba con mayoría en el Congreso.
Y, obviamente, usted y todos los electores que concurrirán a emitir su voluntad en las próximas elecciones ya se estarán preguntando si en 2022 estaremos haciendo este mismo análisis, es decir, que en caso de que cambie el color político en el poder, tendremos que seguir pacientemente la discusión en el Congreso de la tercera modificación de las leyes Tributaria, Laboral y Pensiones. En todo caso, me atrevo a sugerir el nombre para quien gane en las urnas: Proyectos Esenciales. Original.