El escenario en los países escandinavos, Austria, Italia, Alemania y el Reino Unido, en el sentido de que se observa un cierto declive del auge ultranacionalista, son muy buenas noticias para los demócratas, socialistas, socialdemócratas y progresistas europeos, como así también para otras latitudes del mundo, especialmente para América Latina, pese al reconocido rol político de la ultraderecha en la UE.
¿Hay nuevos vientos políticos en algunos países europeos? Vientos que soplan hacia la derecha más radical en el Viejo Continente o, bien nos permiten presagiar que la ultraderecha y el populismo se encuentran con sus acciones políticas a la baja. Partamos por los países escandinavos donde hasta hace algunos años y meses, la ultraderecha había sido incorporada a algunos de los gobiernos de estos países o, apoyaba externamente a gobiernos conservadores liberales manteniendo una importante votación y simpatía del electorado.
En Noruega, el gobierno es dirigido por el Partido Conservador de la actual ministra Erna Solberg. En las elecciones de septiembre del 2017 logra mantener el gobierno en coalición con partidos de la centro derecha y, con el Partido del Progreso (FrP), referente político de claro contenido antieuropeo, antiinmigración y de posiciones ultraderechista. Este FrP logró situarse en el tercer lugar con su 15,2% de la votación.
En Suecia, donde hay un gobierno de coalición liderado por el socialdemócrata Stefan Loefven, la ultraderecha representada por el Partido Demócratas Suecos (SD) logró un 17,7% de los votos en las elecciones generales del 9 de septiembre del pasado año, y es la tercera fuerza electoral de este país.
En el caso de Finlandia, en las elecciones parlamentarias de abril de este año, el Partido de los Finlandeses, colectividad de ultraderecha se sitúa en segundo lugar a dos décimas del partido ganador, el Partido Socialdemócrata Finés dirigido por el actual líder y primer ministro Annti Rinne.
En Dinamarca, el Partido Popular, referente de la ultraderecha danesa sufre un descalabro político electoral perdiendo más de un 50% de su votación anterior alcanzada en el 2015. En las elecciones recientes del 5 de junio pasado, los socialdemócratas encabezados por Mette Frederiksen ganan estos comicios y se hacen del gobierno luego de ocho años de gobierno liberal conservador. Frederiksen, actual primera ministra, redujo la fuerza de los ultras del Partido Popular a casi una tercera parte de lo que había sido bajo los gobiernos conservadores liberales.
Austria fue testigo del affaire del ex jefe del grupo ultranacionalista, proto nazi, el Partido de la Libertad de Austria (FPO) y ex ministro del Interior Heinz Christian Strache quien fue grabado en un video en donde ofrecía a un oligarca ruso contratos públicos a cambio de apoyo financiero electoral. Esto implicó la salida inmediata del gobierno de este grupo radical nacionalista. A la vez, el parlamento austriaco aprobó un voto de censura al gobierno de Sebastian Kurz, del Partido Popular Austriaco (ÖVP). Esto implicó que se realizarán elecciones anticipadas el 29 de septiembre próximos. El favorito para ganar las elecciones es el exjefe de gobierno, Kurz. Un dato importante en la situación de los próximos comicios es que el partido ultranacionalista (FPO), quedará al margen de la constitución de gobierno.
No se lo imaginó nunca. Matteo Salvini, hombre fuerte de la agrupación radical ultranacionalista y antiinmigración Liga, ex vicepresidente de la nación y ex ministro del Interior del pasado gobierno de coalición con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) nunca pensó que su petición de nuevas elecciones y de dar como fenecida la alianza que lo llevó al gobierno, fracasaría estrepitosamente.
Salvini estaba envalentonado con el aumento de la votación de la Liga en las últimas elecciones de mayo al Parlamento europeo en donde alcanzó el 34,4%, muy por el arriba del 17% que había logrado en las elecciones generales de junio de 2018. A principios de agosto, según los últimos sondeos de opinión, Salvini acaparaba el 38% de la intención de voto. En función de estos antecedentes, el ex ministro del Interior dio marcha a la estrategia de quebrar el gobierno e ir a elecciones generales. Estaba convencido que las ganaba sin grandes inconvenientes y, podría incluso gobernar sin sus antiguos aliados. Este camino de Salvini y de la Liga aceleró la renuncia del primer ministro, el jurista independiente, Giuseppe Conte.
De ahí en adelante, el sistema político italiano entró en un ambiente de incertidumbres atravesado por el posible llamado a elecciones generales anticipadas o que los partidos políticos representados en el parlamento buscasen fórmulas de convergencias políticas con el objetivo de conformar un nuevo gabinete y darle gobernabilidad al país. Y, lo impensado sucedió: dos partidos que en los últimos años se habían atacado mutuamente, el Partido Democrático (PD), socialdemócrata, y el partido antisistema M5S iniciaron negociaciones con el objetivo de solucionar la crisis política que se cernía nuevamente sobre el sistema político italiano.
Luego de más de dos semanas de intensas negociaciones, de avances y retrocesos en las conversaciones, finalmente pactaron y permitieron dar luz a la conformación de un gobierno que termine el mandato de las urnas en el 2020. Con esto, Salvini y la Liga quedan fuera del Ejecutivo, pero pasan a ser el principal partido de la oposición en el parlamento italiano.
La constitución de este nuevo gobierno M5S y PD como partidos conductores ha incluido a una ministra independiente en el cargo de Interior y a un miembro del Partido Izquierdista Libre e Iguales. Este nuevo Ejecutivo, encabezado por el primer ministro Conte tendría como norte normalizar las relaciones con la UE y ser mucho menos restrictivo con la inmigración que la política de choque y de abierto nacionalismo xenófobo llevado a cabo por el anterior gobierno y especialmente por Salvini. Ejemplos de esto, se han empezado a ver.
[cita tipo=»destaque»]En Alemania, los partidos tradicionales, CDU, SPD y Die Linke (Partido de la Izquierda) no han sabido leer correctamente la nueva realidad política, social y económica de estos nuevos Estados dejando el camino libre a la demagogia nacionalista, xenófoba antiinmigración y antiislamista de la AfD, convirtiéndose los ultranacionalistas en el partido portavoz de este gran descontento y bronca política en el este.[/cita]
Alternativa para Alemania (AfD), partido de la ultraderecha radical de este país, según los sondeos de opinión y los pronósticos electorales debería haber sido el más votado en las recientes elecciones regionales del 1 de septiembre, en los Estados de Sajonia y, Brandeburgo, dos Estados pequeños en población. Esta era una razón poderosa para esperar con mucha atención e incertidumbre el desenlace de estos comicios. Sin embargo, los resultados electorales señalaron otra cosa: en Sajonia, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se mantuvo como primera fuerza política y en Brandeburgo, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) que junto al Partido de la Izquierda (Die Linke) gobierna este Estado, logró también ser la agrupación política más votada. Habría que destacar que hubo una alta participación electoral, tanto en Sajonia (65%), como en Brandeburgo (60,5%). La AfD con sus resultados electorales en estas regiones, el 27,5% en Sajonia y el 23,6% en Brandeburgo, tiene participación en 13 de los 16 parlamentos regionales. Éxito destacable y preocupante para un partido de reciente constitución (2013).
En este escenario, los partidos tradicionales, CDU, SPD y Die Linke (Partido de la Izquierda) no han sabido leer correctamente la nueva realidad política, social y económica de estos nuevos Estados dejando el camino libre a la demagogia nacionalista, xenófoba antiinmigración y antiislamista de la AfD, convirtiéndose los ultranacionalistas en el partido portavoz de este gran descontento y bronca política en el este.
¿Qué consecuencias políticas podemos extraer de estas elecciones?:
1-. Hasta el momento, a lo menos a nivel de declaraciones de los partidos establecidos (CDU-SPD-Die Linke-Los Verdes) han determinado un control sanitario, es decir, ningún compromiso de coalición de gobierno con la AfD. Se trata, por tanto, de mantener aislada políticamente a esta derecha radical.
2-. Estos resultados electorales han expresado una baja de los dos partidos tradicionales y coaligados en la Gran Coalición (Groko). Esto vuelve a poner en el debate la viabilidad futura de esta coalición entre la CDU-CSU y el SPD a nivel nacional. Los socialdemócratas durante el mes de octubre tienen previsto realizar un profundo balance de lo que la Groko les ha aportado desde lo político y lo social, pues desde el punto de vista electoral, los fracasos en estos últimos años, han sido permanentes.
3-. En la primera economía de Europa, Alemania, el fenómeno político de la irrupción y el avance del ultranacionalismo xenófobo es observado con mucha preocupación sobre todo por la experiencia histórica traumática que movimientos políticos totalitarios nazista y fascista provocaron en el transcurso del siglo XX.
El impetuoso y vehemente recién estrenado primer ministro británico, Boris Johnson no imaginó lo difícil que sería el tránsito de la salida del Reino Unido de la UE.
El Brexit sí o sí el 31 de octubre se le ha convertido en un oscuro y pedregoso laberinto. Cpmo un golpe a la democracia británica o “detengan el golpe” como lo anunciaban los carteles en las afueras del palacio de Westminster, fue calificada la propuesta del primer ministro de suspender el período de sesiones de la Cámara de los Comunes a la Reina Isabel II. La reina accedió a esta petición, que significa que desde el 12 de septiembre hasta el 14 de octubre se suspenderán las sesiones. El objetivo de esta medida es que los parlamentarios no tengan el tiempo necesario para discutir y proponer un Brexit negociado o bien solicitar a la UE una prórroga de la salida.
Con lo que no contaba el premier ministro era que 21 parlamentarios de su tienda, el Partido Conservador, los Tories, entrarían en rebeldía en desacuerdo con la suspensión del período de sesiones y votarían en conjunto con la oposición el pasado 3 y 4 de septiembre una ley que obliga al gobierno a solicitar un nuevo aplazamiento del Brexit por tres meses sino se alcanza un acuerdo con la UE en las próximas semanas. Esta ley, que fue votada por 327 votos a favor y 299 en contra, debe ser aprobada por la Cámara de los Lores o Cámara Alta del Parlamento del Reino Unido.
Del mismo modo, una segunda gran derrota de Johnson fue el llamado a la convocatoria de elecciones anticipadas previo a la salida del Brexit. Para esta moción, el premier ministro necesitaba dos tercios de los votos logrando tan solo 298 de los 434 sufragios que eran necesarios para este adelanto electoral.
El Parlamento ha asestado golpes letales a la ofensiva y la estrategia eminentemente populista de Johnson con el objetivo de un Brexit duro. Más aún, en el entorno más cercano del premier, su hermano menor, Jo Johnson hasta ahora ex Ministro de Economía, Energía y Estrategia Industrial, abandonó el gabinete por no estar de acuerdo con la política y estrategia del primer ministro.
Boris Johnson en los debates en el Parlamento no dejó de utilizar todas las estratagemas demagógicas, legales y parlamentarias a su alcance para evitar que se pudiera votar la ley del aplazamiento, fracasando rotundamente en ese intento. La imagen de Johnson se ha deteriorado visiblemente y los mercados han reaccionado negativamente. Menuda tarea para la más alta autoridad política del Reino Unido que además está poniendo en juego su permanencia como primer ministro. También ha puesto a su colectividad, el Partido Conservador, en un difícil escenario de credibilidad y, gobernanza política. Faltan, sin embargo, algunas semanas para el “fatídico” 31 de octubre, lo que implica que mucha agua pasará por los puentes del Támesis.
El escenario descrito en los países escandinavos como en Austria, en Italia, en Alemania y, en el Reino Unido en el sentido de que se observa un cierto declive del auge ultranacionalista son muy buenas noticias para los demócratas, socialistas, socialdemócratas y progresistas europeos, como así también para otras latitudes del mundo, especialmente para América Latina, pese al reconocido rol político de la ultraderecha en la UE. El cordón sanitario para aislar política y socialmente a la ultraderecha comienza a funcionar.