¿Se podrá salvar nuestra clase política? ¿O volverá a sucumbir como sucede regularmente con más o menos cuatro décadas de distancia en nuestra historia? Lo cierto es que en la sexta semana del estallido social nadie puede asegurarlo fehacientemente.
Es sabido de sobra que el movimiento social puede poner en jaque e incluso derribar gobiernos, pero son otros actores los que llenan finalmente el vacío de poder. En ese sentido, no se puede descartar ninguna opción, ni una salida populista insospechada ni una “solución autoritaria” (léase dictadura militar).
Pero la última encuesta CADEM nos da algunas pistas con respecto a qué tipo de políticos podrían tomar el timón en medio de la tormenta y conducir al país a aguas más calmas. Si bien todos los representantes del mundo político caen en su evaluación, hay algunos que no sufren un daño significativo e incluso hay quienes se incorporan por primera vez en la lista de los mejor evaluados.
Entre los liderazgos que se salvan figuran los de Giorgio Jackson, José Manuel Ossandón, Daniel Jadue y Mario Desbordes.
Por el contrario, políticos que aparecen como más tradicionales y poco creativos sufren un fuerte desgaste. Entre ellos aparecen José Miguel Insulza, Ricardo Lagos Weber, Evelyn Matthei, Joaquín Lavín y la misma Michelle Bachelet.
¿Qué condiciones reúnen los políticos que parecen salvarse, por lo menos hasta el momento?
¿Bastarán estos atributos para recuperar la confianza de la ciudadanía y afianzar sus liderazgos en beneficio de una recuperada estabilidad? Sólo podemos esperar que así ocurra.