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Salud de niños y niñas migrantes en Chile: una meta pendiente de equidad Opinión

Salud de niños y niñas migrantes en Chile: una meta pendiente de equidad

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Báltica Cabieses
Por : Báltica Cabieses Epidemióloga social, PhD Programa de Estudios Sociales en Salud ICIM, UDD
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La migración internacional es un fenómeno ya asentado en la nueva realidad nacional, pero en permanente cambio. En general, si bien la mayoría de los migrantes internacionales en Chile reportan buena salud y ser de edad fértil, existen grupos de ellos que requieren de especial acceso y cuidado de salud, como son personas con condiciones crónicas, niños y mujeres embarazadas. Además, en todo el mundo y en Chile, los migrantes internacionales reportan menor acceso al sistema de salud del país de residencia que la población local. Según la encuesta CASEN 2017, por ejemplo, esta diferencia fue estimada en un 18,6% para migrantes comparado con un 4,2% en el caso de chilenos.

Un grupo de especial preocupación y poca visibilidad en nuestro país corresponde a los niños y niñas migrantes internacionales. La misma encuesta CASEN el año 2015 documentaba que un 26% de niños y niñas migrantes internacionales no tenía acceso formal al sistema de salud (no estarían inscritos) comparado con menos de un 1,5% en población nacional. La más reciente encuesta CASEN 2017 documentó que este porcentaje sería del 21% comparado con menos de un 1,5% en población nacional. Estos resultados sugieren un grave incumplimiento de garantías fundamentales de protección de la infancia e Chile, que requieren de urgente atención. Por cierto, que algunas de estas estas problemáticas pueden ser compartidas por grupos específicos de niños y niñas chilenas (por ejemplo, en pobreza, en ruralidad extrema, etc.). No obstante, a propósito del Día de Migrante que se celebra cada 18 de diciembre, quisiera relevar la particularidad de la infancia migrante internacional, con sus desafíos y problemáticas propias.

Condiciones de vida y el riesgo de la vulnerabilidad social. Hemos observado, a través de entrevistas individuales y grupales a familias migrantes en distintas comunas del país, que familias migrantes que viven en condiciones de pobreza multidimensional y hacinamiento (especialmente hacinamiento crítico) reportan mayor malestar general, riesgo de trastornos del sueño, accidentes y conflicto. Esto lo apoya la evidencia de egresos hospitalarios del país de los años 2012 a 2015, donde se observa en algunos años un ligero mayor porcentaje de egresos en niños de 6 a 12 años por accidentes del hogar, por ejemplo, quemaduras o intoxicaciones. Cuidar la salud de niños y niñas migrantes, y de todo niño que nace y crece en nuestro país, implica ineludiblemente propiciar ambientes familiares y de barrio seguros y sanos, donde el hacinamiento y la pobreza no sean parte de la ecuación. Hoy en Chile, existen más niños y niñas migrantes (nacidos en otro país o hijos de extranjeros) hacinados y pobres que niños y niñas nacionales. ¿Existe alguna razón justificable para explicar esta diferencia?

Menor acceso a todo tipo de previsión de salud, excepto urgencias. Una revisión de estudios internacionales mostró que en todo el mundo niños y niñas migrantes acceden menos a sistemas formales de salud que los nacionales. Esto ocurre para una amplia gama de tipos de prestación de salud, ambulatoria y hospitalaria. La única excepción es el servicio de urgencia que, en promedio, resulta más elevado para niños y niñas migrantes que los locales. Esto podría deberse a barreras de acceso a las otras prestaciones, dispuestas por los sistemas y equipos de salud, o por desconocimiento a cómo el sistema opera. También puede deberse a una forma de compensar la falta de acceso a otras prestaciones a través de la consulta directa de urgencia, que podría tener menos barreras que otras formas de atención en salud. Este es un uso ineficiente de los recursos de los sistemas, congestionado servicios de urgencias a costa de la falta de atención oportuna en servicios preventivos, de diagnóstico y terapéuticos. Brindar atención a tiempo en salud es no solo equitativo, sino también un mejor uso de los recursos. De esta forma, asegurar mecanismos que aumenten la cobertura en salud a niños y niñas migrantes es una estrategia urgente en nuestro país.

Mejorar el registro y monitoreo en salud para este grupo. Una tarea adicional pendiente consiste en mejorar el registro de niños y niñas migrantes o que viven en contextos migratorios (alguno de los padres es migrante internacional). El registro en salud de preguntas como país de origen, tiempo de residencia en Chile, forma de transporte para llegar, tipo de ingreso al país (regular/irregular), estatus migratorio actual, condiciones de vida (hacinamiento, agua potable, pobreza), exposición a contaminantes (por ejemplo para calefaccionar en invierno), riesgo de accidentes o violencia en el hogar, asistencia efectiva al sistema educacional, por mencionar algunos principales, emergen como variables de necesaria notificación en este grupo. También es recomendable desarrollar estrategias que ayuden a prevenir accidentes y malestar emocional en ellos y en los padres.

Cada día existen más centros de salud preocupados de la salud de niños y niñas migrantes internacionales en todo nuestro territorio nacional. Son estos equipos de trabajadores de salud quienes han liderado importantes mejoras del sistema para el monitoreo de necesidades de salud de este grupo y merecen todo nuestro reconocimiento. La Política de Salud de Migrantes Internacionales y su plan de acción también ofrecerá lineamientos y metas concretas de superación de estas brechas inequitativas de condiciones de vida y acceso efectivo al sistema de salud en Chile. Solo de manera coordinada y cooperativa podremos recuperar la protección del Bien Superior del Niño(a) como un sello distintivo de nuestro país. Todos los niños y niñas de Chile, migrantes y nacionales sin distinción, merecen una infancia segura y feliz. Y queda tanto por hacer, para todos ellos…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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