El Green New Deal chileno o Nuevo Acuerdo Verde es una propuesta que en distintas latitudes del planeta va tomando fuerza para enfrentar la actual crisis que deja en evidencia el COVID-19 y poder viabilizar una transición climática radical. El nuevo pacto con la naturaleza, queramos o no, nos invita a cambiar radicalmente nuestra forma de vivir bajo una “nueva normalidad”, en donde el extractivismo debe ir comenzando a quedar atrás.
Desde hace un tiempo a la fecha, la necesidad de las alternativas verdes pasó de ser un foco de resistencia de movimientos particulares a demandas ampliamente apoyadas por la gente.
En febrero del 2019 la joven diputada de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, presentó junto a otros miembros de su partido el Green New Deal, en referencia al New Deal de Roosevelt para salir de la Gran Depresión de los años 30. Consiste en un gran pacto económico, político y social para enfrentar el cambio climático y una transición que permita mantener los empleos de las personas y disminuir la desigualdad. En esta misma línea, la socióloga y activista argentina, Maristella Svampa, también lo propone, y señala algunos ejes claves, como un ingreso universal ciudadano, una reforma tributaria progresiva, la suspensión del pago de la deuda externa, un sistema nacional de cuidados y una apuesta seria y radical a la transición socioecológica (Revista Anfibia).
Las fuertes movilizaciones organizadas por los jóvenes en todo el mundo el 2019 también fueron en esta línea, empujando demandas radicales para enfrentar una transición ecológica. Los jóvenes chilenos fueron partícipes de dichas movilizaciones, y que en octubre marca un hito clave para el cuestionamiento amplio del modelo capitalista-neoliberal.
La promoción y defensa de las alternativas verdes son principales a la hora de enfrentar la crisis que evidencia el COVID-19, ya que solo ellas nos permiten abordar la crisis armónicamente con las particularidades de cada país, pero sobre todo con la necesidad de reencontrarnos con la naturaleza en una nueva relación. Debemos observar experiencias hermanas que se pusieron en la práctica, como el Buen Vivir, sus defectos, virtudes y potencialidades, y experiencias locales que han venido trabajando territorios en modelos sustentables.
El Pacto Verde significa enfrentar una serie de barreras que sostienen este modelo. Y allí rápidamente nos encontramos con que el extractivismo cumple un papel principal en los países sudamericanos y en particular el nuestro. Si queremos imaginarnos un Green New Deal debemos necesariamente transitar a un Chile posextractivista.
Ya resuenan en el país viejos discursos para enfrentar la crisis: más proyectos extractivistas que generen empleos. El Pacto Verde debe tener una fuerte vocación de cuestionamiento al desarrollo y su eje articulador, como son los proyectos extractivistas, pero también ofrecer, a partir de las experiencias locales, transiciones viables.
El extractivismo consiste en la apropiación de bienes naturales en un gran volumen o bajo alta intensidad, donde la mitad o más es exportado como materia prima. Los extractivismos son plurales, no pueden ser entendidos como una “industria” y siempre están anclados localmente, pero a la vez se insertan globalmente (son glocales). Corresponden a la masiva e intensa extracción de minerales, hidrocarburos y monocultivos, entre otros.
Para comenzar a caminar hacia un Green New Deal chileno que supere el extractivismo, la primera medida que necesitamos son Transiciones Postextractivistas, ya que están profundamente arraigadas en la cultura política, académica y popular de que los bienes naturales deben ser explotados y exportados. Pensar y elaborar este tipo de propuesta es tarea principal, pues el extractivismo genera narrativas de legitimación y que parecieran provenir de todos los colores políticos. De manera que, si queremos transiciones, no serán de la noche a la mañana.
Segundo, definir el Campo de Acción. Para avanzar a las alternativas debemos definir el campo de acción, o sea, repensar el lenguaje para hacer visible el cambio. Requiere generar un conjunto de políticas, estrategias y acciones que permitan revertir los efectos más dañinos de los extractivismos; también, desmontar la dependencia extractivista; y fundamentar las alternativas rescatando las experiencias en curso que han tenido los territorios; y considerar las fases que debemos atacar.
En síntesis, tener claras las urgencias y emergencias.
Y la tercera medida, es de Transformación. Consiste en cómo disminuir el sector extractivo y aumentar los no extractivos. En este proceso debemos recuperar las capacidades para imaginar futuros con ideas plausibles. Las transiciones son imaginar futuros.
No hay una receta clara aún para enfrentar con un potente paquete de medidas la crisis actual, pero hay varias propuestas que se pueden englobar en el Green New Deal chileno. El Pacto Verde nos invita a generar nuestra propia épica ambiental: pensar la crisis y la salida de la crisis desde otras perspectivas. La necesidad de alternativas está relacionada con otro tipo de razonamiento y, por otro lado, con ser muy pragmáticos.
La épica del Green New Deal chileno debe traer mucho apoyo y debate académico, solidaridad, articulación de amplios sectores políticos y sociales, creatividad y convicción de querer hacerlo. No podemos seguir esperando.