La adaptación a los cambios es parte del presente siglo. Y las crisis, son hechos inesperados que aceleran esos cambios y nos exigen dar respuesta. Esto es lo que estamos viviendo con la actual pandemia, que ha provocado alteraciones bruscas en todos los ámbitos de la vida, y así también en la educación. En lo que nos toca a las Universidades, la relación pedagógica docente- estudiante está sufriendo cambios cuyo impacto aún no se dimensionan.
Por años, decenas de expertos en educación han graficado – a través de fotografías- la mínima diferencia que existía entre las aulas y salas de clases del siglo 18 y las de la actualidad, denunciando los estancos y arcaicos de las metodologías y modelos enseñanza y aprendizaje que aplicamos en los distintos niveles educativos, mientras paralelamente el mundo ha progresado hacia una sociedad del conocimiento altamente digitalizada y tecnologizada.
Por otra parte, los planteles universitarios, hasta hace poco, estábamos bajo la crítica por enseñar saberes y trasmitir simples conocimientos, disponibles en forma sencilla a través de las fuentes digitales. En el último tiempo, se ha entendido la importancia de sostener un fuerte vínculo con los empleadores y fomentar el genuino aprendizaje de competencias y habilidades por parte de los alumnos, que son claves en el mundo laboral-profesional.
La situación actual, con toda a gravedad sanitaria y las dificultades que han generado para nuestras universidades ha propiciado un aprendizaje a la fuerza, transformándose en una valiosa oportunidad para mirar el futuro: Los estudiantes del 2020 sin lugar a dudas, van a estar mejor preparados para el futuro laboral que los egresados de años pasados.
Hoy, el profesor ya no puede ingresar en forma presencial a una sala, pararse frente al alumnado y trasmitir los contenidos con la metodología tan conocida y acostumbrada durante años. En cuestión de días ha tenido que enfrentarse a un aula virtual, adaptar dichos contenidos y aprender a manejar una tecnología sincrónica, aplicando una metodología totalmente distinta y alejada de su normal cotidianeidad. Preparar clases online e ingresar al aula virtual son experiencias que resultan sin duda estresantes.
Por su parte, los estudiantes han tenido que superar problemas de conectividad y de equipos informáticos, dificultades que en su mayoría ya se han ido superando. Pese a su juventud y familiaridad con las herramientas digitales, los estudiantes están sometidos a una instancia de aprendizaje de un nuevo entorno, con una metodología nunca antes vista. También ellos reclaman por la presencialidad perdida, y su resistencia al cambio la focalizan especialmente en el temor a la merma en la calidad pedagógica. Sin embargo, podemos estar seguros y tranquilos que esta generación de estudiantes 2020 estará viviendo una experiencia metodológica única, que los hará estar mejor preparados para enfrentar los desafíos del futuro laboral en un mundo cada vez más cambiante y digital.