El reciente ajuste ministerial que realizó el Presidente Sebastián Piñera puede interpretarse de múltiples formas, pero al menos tres de ellas son las más relevantes: una pasada de cuenta, un espaldarazo a los partidos y, por supuesto, un respaldo al ministro Jaime Mañalich.
El anuncio de la entrega de 2.5 millones de cajas de alimentos a sectores vulnerables trajo muchos costos políticos y sociales, dejando así escapar una gran oportunidad de triunfo para el Ejecutivo. En su alocución del 17 de mayo, el Presidente no sólo anunció dicha entrega, sino que también señaló que la entrega comenzaría en una semana o dos, por lo que en distintos sectores del país ciudadanos comenzaron a agolparse afuera de municipios para pedir más información, desatando una nueva pugna entre alcaldes y el Ejecutivo. Un segundo hito fue que a cinco días de dicho anuncio el hoy exministro Sebastián Sichel señalara en una radio que la cobertura de dichas cajas sólo alcanzarían al 70% del 40% más pobre, desmintiendo así al Presidente Piñera en vivo.
La descoordinación anterior no sólo generó una pugna que hoy sabemos le costó el cargo del Ministro de Desarrollo Social, sino que una vez más trajo a colación la eterna crítica que se le hace al actual gobierno respecto a hacer anuncios altisonantes, que posteriormente se ven afectados por la llamada letra chica. Sin duda que revivir este tipo de fantasmas y sombras sobre el gobierno es lo menos que necesitan, cuando intentar manejar la pandemia ya ha sido suficiente.
Una segunda interpretación de este ajuste, porque no alcanza a ser un cambio cuando sólo una autoridad es la que se va, es el respaldo que hace el Presidente a los partidos de cara a la respuesta de la oposición a generar un gran acuerdo nacional. Por un lado, RN logra incorporar un nuevo miembro en el comité político, de la misma forma en que la UDI recibe un premio desde el Presidente Piñera. El hoy ministro de SEGPRES, Claudio Alvarado, vuelve a ejercer en la cartera reconociendo así su capacidad de negociación que adquirió siendo diputado por 16 años, quien al perder contra un compañero de lista es premiado con un ministerio en el primer gobierno de Sebastián Piñera. Es importante recalcar que al incorporar tanto a un representante UDI y RN al comité político, el Presidente se evita también el problema de no mantener el balance entre ellos.
Pero el gran elefante en la sala es el reconocimiento y espaldarazo al ministro de Salud, Jaime Mañalich. En una semana donde no sólo se han alcanzado los peaks de contagios y muertes diarias, sino que además finalmente se hace eco a la indicación de la OMS de cómo contar a los fallecidos por la pandemia, dejando así de manifiesto que por más de dos meses no lo hacíamos como corresponde; la cartera de salud no tiene un sólo cambio. El rol de Jaime Mañalich ha sido controversial, pues no sólo ha puesto el pecho a las balas al gobierno, sino que también ha salido a atacar voces críticas, que es el perfecto rol de escudero que el Presidente necesita, pues hoy lo protege, pero mañana será también él quien pague el costo del mal manejo del pandemia, cuidando así la figura y legado del Presidente, que tanto pareciera quitarle el sueño.
El gobierno enfrenta múltiples desafíos y hoy decidió priorizar el político, moviendo sus fichas de una forma conocida en ajedrez como el enroque, pero que todo el resto de los mortales conocemos como la sillita musical. Esto también da luces respecto de cuál es la agenda que el gobierno priorizará: involucrar a parte de la oposición en la responsabilidad de la pandemia y no pagar solos los costos de sus errores y pasos en falso. Este es el poder de la reforma de los límites a la reelección y la proximidad de múltiples elecciones; salvar en lo posible con los mínimos costos hoy y sobrevivir en cargos de elección popular mientras se calmen las aguas.