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Chile intenso Opinión

Chile intenso

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Nicolás Ibieta Illanes
Por : Nicolás Ibieta Illanes Consultor en Comunicación y Asuntos Públicos
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Intensamente es una de las películas recientes de Pixar/Disney, en que se aborda de manera maravillosa las complejidades del paso de una niña a adolescente.

El torbellino de emociones que se vive en esa etapa, lo reflejan los personajes de la película que las representan: alegría, tristeza, temor, furia y desagrado. La película aborda este viaje emocional en paralelo al viaje de su familia, quienes por trabajo del papá, se mudan a una nueva ciudad, y en ese tránsito, físico y psicológico, es la adecuada gestión de las emociones la que ayuda a sortear las dificultades adecuadamente.

Nuestro país vive su propio tránsito constitucional, tal como la niña sufrió con el cambio de ciudad. Gane el Apruebo o Rechazo en el próximo plebiscito, parece inevitable que la demanda por una nueva constitución siga siendo el principal debate político de nuestro tiempo. En paralelo, un sostenido desarrollo económico ha modificado nuestra configuración social la que ha vivido su propio tránsito en los últimos años, logrando sacar de la pobreza y creando una mayoría de clase media entre nuestra población. Esta nueva «madurez» de desarrollo, tal como la transición a la adolescencia, ha generado nuevas demandas y expectativas, y, tal como en la película, hemos intentado administrarlas sólo con la promesa de permanente alegría.

Los eslogan de «la alegría ya viene» y el «tiempos mejores», dan cuenta evidente de nuestra ciega confianza en la alegría como la emoción que debemos transmitir para asegurar la convivencia. Sin embargo, la desconfianza en las instituciones, la polarización y fractura social actual, y el desprestigio de la política, dan cuenta de la inmadurez con que la mayoría de los actores de la escena pública y política nos han liderado en las últimas décadas. La gran pena que sufrimos tras el gobierno de la Unidad Popular y luego con la arremetida de la dictadura, hemos intentado aplacarla forzando sólo la alegría. Un consumismo desmedido, individualismo rampante, el olvido de la solidaridad, son las consecuencias de esta forma de administrar un momento tan difícil y complejo para nuestro país.

Hoy estamos viviendo síntomas de una nueva pena y otras emociones, como nos enseña la película, lo adecuado sería una buena dosis de tristeza primero para procesar adecuadamente y luego pensar en la alegría. Nuestras autoridades y líderes de la escena política harían bien en recurrir a disciplinas como la psicología positiva y el aprendizaje socio emocional, para abordar de mejor forma las complejidades de la psique social y desplegar una mejor comunicación pública, sabiendo que lo que estamos viviendo y lo que viene, nos hará vivir intensamente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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